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PORTERA DE DÍA | PROTAGONISTAS

Días de 'brilli-brilli'

Voy a volver al redil, que llevo un par de semanas sacando los pies del tiesto y van a llamarme a capítulo mis señoritos si no lo han hecho ya, yo ni confirmo ni desmiento. El asunto Urdangarín y el trasiego de royals entre Madrid y Washington DC me pone como una moto, pero no están los tiempos para jugarse el tipo así a lo tonto. Así que vuelvo a mis fotocoles y mis alfombras rojas y mis casoplones del ¡Hola!, que para eso me pagan. Yo trabajo, pero segura. Hablando de riesgos laborales, esta semana hay que ver las revistas con gafas de soldador. En El Corte Inglés no sé, la crisis aprieta hasta a Papá Noel, por no hablar de los Reyes, qué perra tengo, pero en el planeta corazón ya es Navidad a base de bien. A todas luces.

No hay más que ver cómo brillan las divas. Parece que se han puesto de acuerdo para echarse todo el oro encima, aunque sea chapado, para falsas ellas. Desde Paula Echevarría, elegida la mujer con más estilo (!) por los internautas cardiacos, hasta Carlota Casiraghi, la niña bonita de Mónaco, van todas alicatadas de lentejuelas -perdón, paillettes- hasta el cuello. Eugenia Silva, de malla dorada en la gala contra el sida. Ariadne Artiles, recamada en cristal Swarovsky. Sara Carbonero, con minifalda joya en el fiestón de Telecinco. Hasta Cary Lapique y su hija Carla se embuten en vestiditos de lamé para enseñarnos el apartamento de la niña y Jorge Benguría en Cayo Vizcaíno, Miami, en plan Rondel oro, Rondel verde.

Mira que les gusta un brillo y una circonita, y una pedrería -perdón, strass- a las famosas. Y a las anónimas, no te digo, en esto no hay clases que valgan. Con la purpurina que se pone una compañera en el escote en la cena de la empresa se podría dorar Cortylandia, y no digo nombres. Ahora que, para contaminación lumínica, la del baile de debutantes del hotel Crillon con las niñas Willis-Moore de reinas de la fiesta. Tallulah, Scout LaRue y Rumer no han salido a mamá Demi, el estilo no se hereda, pero casi saltan los plomos de la Ciudad Luz. He visto ninots indultats más discretos en el Museo de las Fallas de Valencia.

Otra que resplandece es Cristina Tárrega. Sale envuelta en un Oscar de la Renta azul eléctrico haciendo como que se cae de espaldas de lo mona que la ha puesto Naty Abascal, la superestilista. Como que parece otra: una mezcla entre Paulina Rubio, Terelu y Carmen Lomana. Eso son tías brillantes y no las lumbreras de Silicon Valley, que también: muchos morros y muchos escotes no estaban así hace un tiempo, que una tiene memoria histórica. Al lado de semejante despliegue de vatios, la pobre Sara Baras, burbuja Freixenet 2011, casi se queda en nada, quién ha visto y quién ve el anuncio de marras.

La que también está desconocida es Tamara Falcó. La han pillado saliendo de misa y porque lo dice bien clarito en el pie de foto, que si no, no das crédito. Con una falda a la rodilla, una rebeca -perdón, cardigan- de pelotillas y un bolso de los chinos, parece una catequista de las de antes del Concilio Vaticano II. Digo yo que le debe de dar cosa ir sobreproducida a la Iglesia con la que está cayendo, no como otras, que se cuelgan todo lo que pillan. Para quilates de verdad, las alhajas de Letizia que nos enseña la biblia rosa. Eso sí que son joyas de la Corona. Aunque ni en esa Casa es ya oro todo lo que reluce.

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