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OPINIÓN
Columna
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1982-2011

Al revés que en amplios momentos de las diferentes legislaturas que estuvieron dominados por la estrategia de la crispación (sobre todo la de 1993 a 1996 y la de 2004 a 2008), las transiciones de Gobiernos de distinto signo político (de UCD al PSOE en 1982; del PSOE al PP en 1996; del PP al PSOE en 2004, y la actual) han sido bastante ejemplares y dominadas por la colaboración entre el que sale y el que entra.

Por la gravedad de la situación a la que habían de enfrentarse los que llegaban a La Moncloa, la transición que más se asemeja a la de ahora es la de 1982, cuando Felipe González hubo de sustituir a Calvo Sotelo, aunque en la actualidad afortunadamente no hay el ruido de sables ni los atentados terroristas que condicionaban la acción del Ejecutivo. Tampoco existe hoy la moneda nacional (la peseta) ni una política monetaria autóctona.

En las transiciones de un Gobierno a otro (1982, 1996 y 2004) se conocía al responsable de la economía

Al margen de esto último, algunos de los problemas económicos estructurales de la economía española tienen la misma naturaleza. Recordemos cómo se encontraron los socialistas la coyuntura en aquel 28 de octubre de hace casi 30 años: un PIB casi estancado (crecía menos del 1%), una tasa de paro del 17% de la población activa, una inflación del 14%, un déficit público cercano al 6%, un elevado déficit exterior y una hemorragia de las reservas de divisas.

Para lo que pueda servir a los que protagonizan hoy la transición son muy útiles los recuerdos de Miguel Boyer, el zar económico de Felipe González, que hizo el traslado de poderes con los ministros de Economía y de Hacienda de UCD, Juan Antonio García Díez y Jaime García Añoveros, ambos prematuramente desaparecidos. Cuenta Boyer (El segundo ajuste económico de la democracia española, contenido en el tomo octavo de la enciclopedia Economía y economistas españoles, Galaxia Gutenberg) que dos meses antes de las elecciones que dieron la victoria al PSOE, González empezó a preparar su Gobierno, que inmediatamente después del 28 de octubre comunicó a Calvo Sotelo los titulares de los principales ministerios "con el fin de que se nos mantuviera informados del curso de los acontecimientos y se nos consultaran las decisiones de importancia. Desde este punto de vista, la transición entre las elecciones del 28 de octubre y la toma de posesión del nuevo Gobierno el 3 de diciembre -que se nos hizo larguísima (...)- fue un modelo de juego limpio democrático". Ante la fuga de capitales, que se aceleró conforme se aproximaba la victoria socialista, Boyer pidió y obtuvo "que se me informara diariamente, por el Banco de España, de la evolución de las reservas de divisas y ello -aparte de mantenerme en vilo- me convenció de la necesidad de tomar medidas inmediatamente después de la formación del nuevo Gobierno tanto de devaluación de la peseta como de rigor monetario".

Desconocemos todavía si los niveles de transparencia y de colaboración actuales son al menos similares a los de 1982.

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