La esposa y el hijo de Madoff pretenden escribir su propio futuro
Ruth sale de su silencio para promocionar el libro de Andrew sobre la familia
Se quedó y le costó más de lo que nunca se imaginó. Durante casi dos años después de que Bernard L. Madoff confesara que había dirigido el esquema de Ponzi más grande de la historia, Ruth Madoff -que se enamoró de él a los 13 años y se casó a los 18- permaneció junto a su marido, al que el resto del mundo consideraba un monstruo.
Se quedó a pesar de las dudas sobre su fidelidad, de la hostilidad de los amigos que se convirtieron en sus víctimas y de las crecientes desavenencias con sus dos hijos, quienes le insistían para que le dejara. Rompió finalmente la relación el pasado otoño, aseguraba Ruth Madoff en una reciente entrevista. "Vas a tener que dejarme sola y no me vas a llamar", le dijo sin rodeos a su marido. Cuando este insistió, cambió su número.
Dice que el daño que su marido infligió "supera lo imaginable"
Vive en una casa unifamiliar prestada en el sureste de Florida
Intentó suicidarse junto a su cónyuge tras destaparse el escándalo
"No tenía forma de conocer" el fraude de su esposo, dice Ruth
Después de años de silencio y de aislamiento, Ruth Madoff accedió a hablar con un periodista de The New York Times porque Andrew, el hijo que sigue vivo, le pidió que le ayudara a promocionar Truth and Consequences: Life Inside the Madoff Family
[La verdad y las consecuencias: la vida dentro de la familia Madoff], una biografía autorizada de la familia escrita por Laurie Sandell, que la editorial Little Brown sacará a la venta el lunes.
Ruth Madoff, minúscula y ligeramente encorvada, habló con una voz suave y ronca, a menudo al borde de las lágrimas, sobre la destrucción de su familia y de miles de personas más en todo el mundo. "Es muy triste", decía. "Es difícil enfrentarse a todo lo que pienso de las víctimas porque no hay nada que pueda hacer por ninguna de ellas".
Como tantas de esas víctimas, ahora solo disfruta de una pequeña parte de la vida que tenía antes. Rechazada por varios propietarios de Manhattan, vive en una casa unifamiliar prestada en una comunidad privada en el sureste de Florida. Se enfrenta a varios pleitos y "le da miedo gastar un penique". Dice que sigue conmocionada por el daño que su marido infligió a sus víctimas y afirma que "supera lo imaginable".
Pero poco a poco ha reconstruido su vida. Ha trabajado con niños que necesitaban un apoyo emocional adicional, y ahora pasa hasta cuatro días por semana como voluntaria para Meals on Wheels
[Comidas sobre ruedas], donde tiene nuevos amigos.
Unas cuantas cosas no han cambiado. Algunas de las víctimas de Madoff la siguen acusando de complicidad en el delito -algo que niega- y la atacan en Internet o en los medios de comunicación. Ocurre así desde el día en que su marido fue detenido por robar al menos 17.000 millones de dólares en efectivo y 64.800 millones de dólares en activos financieros a víctimas de todo el mundo, algunas parientes.
Los miles de millones que obtenía cubrían en gran medida los pagos a otros inversores. Pero otra gran cantidad ayudaba a mantener el suntuoso estilo de vida de los Madoff: yates, un chalé en el sur de Francia, ropa de diseñadores, un diamante de 10,5 quilates, un avión privado. Todo eso se ha perdido, ya que ha sido embargado para ayudar a compensar a las víctimas.
Esos tesoros no figuran entre los mejores recuerdos de "antes", asegura Ruth Madoff. En cambio, habla del hecho de ser la madre de dos chicos brillantes y atareados en Roslyn, en las afueras de Nueva York, y de los veranos que pasaba en una pequeña embarcación mientras los chicos hacían recados en los muelles. Y añade: "Esa época fue más entrañable que cualquier otra".
A Ruth Madoff le costaba explicar por qué permaneció junto a su marido, una decisión que parecía intensificar la hostilidad pública hacia ella. De hecho, su marido y ella se sintieron tan acosados en las semanas posteriores a la detención de aquel que intentaron suicidarse tragándose grandes puñados de Ambien, aseguraba.
En un correo electrónico enviado desde la cárcel, Madoff confirmó que su mujer y él "realizaron un leve intento" de suicidio "mientras se encontraban en un grave estado de depresión. Afortunadamente, se despertaron la mañana siguiente muy enfermos pero vivos". Concluía: "Por favor, entiendan que esto es muy difícil de admitir". Ruth Madoff explica que permaneció con su marido porque "proviene de una generación para la que el matrimonio significaba seguir unidos, para bien o para mal".
Por eso le visitó alguna que otra vez en la prisión federal de Butner, Carolina del Norte. Realizó una visita en 2009 después de que se publicara una autobiografía en la que una exejecutiva de Hadassah afirmaba que había tenido una aventura con Madoff.
Ruth Madoff, con todas las dudas que había acumulado a lo largo de las décadas -"él siempre estaba flirteando"- se enfrentó a su marido en la sala de visitas de la cárcel. "Le dije: 'Dime lo que pasó. No puedo soportar la idea de que me estés mintiendo'. Me respondió que no era del todo verdad, pero no le creí".
Cuando por fin rompió con su marido, fue demasiado tarde para su hijo Mark. Después de su intento de suicidio en octubre de 2009, Mark Madoff le había pedido que dejara a su padre. Pero no actuó lo bastante rápido, se lamenta. El 10 de diciembre de 2010, el segundo aniversario de la detención de su padre, Mark se ahorcó.
A Ruth Madoff le "atormentaba" el hecho de no haber respondido antes a los ruegos de su hijo mayor. Ese recuerdo determinó su respuesta cuando, a principios de este año, Andrew, el hijo que sigue vivo, le pidió que le ayudara a promocionar el nuevo libro. A pesar de la oposición de su abogado y de sus propios temores, apenas lo dudó. "Quería hacer lo que quería que hiciera", señala.
A diferencia de su madre, Andrew Madoff se marchó cuando su padre confesó. Pero eso no le eximió de la sospecha a la que todavía se enfrenta su madre. Como muchos hermanos, Andrew y Mark Madoff siempre fueron rivales. Pero cuando su padre les dijo el 10 de diciembre de 2008 que su espectacular éxito era en realidad un inmenso esquema de Ponzi, los hermanos se unieron en el acto. "Sencillamente aparcamos toda la rivalidad o el enfado o lo que fuera", señalaba Andrew en una reciente entrevista. "Sabíamos que teníamos que entregarle, pero no teníamos ni idea de cómo hacerlo".
Lo que hicieron a renglón seguido apareció en los titulares de todo el mundo: informaron a los agentes de las fuerzas de seguridad de la confesión de su padre y este fue detenido a primera hora de la mañana siguiente. Bernie Madoff se declaró culpable y fue condenado a 150 años de cárcel.
El delito de su padre les hizo seguir caminos diferentes. Cuando Mark Madoff intentó matarse en octubre de 2009, su hermano pequeño se enfureció porque consideraba que abandonaba a su familia. Durante una visita al hospital, un enfadado Andrew le dijo a Mark que ya no sería el tutor legal de sus hijos.
Hasta el suicidio de su hermano, no había mantenido un contacto regular con su madre desde antes de la detención. "No pensé realmente en mi madre o en lo afectada que estaba". Mark y él hablaron sobre quién se haría cargo de ella, recordaba, "pero nunca le plantearon la propuesta".
Recuerda que, antes de que pudieran hacerlo, le pidió que firmara la fianza de su padre. "Me quedé hecho polvo. En ningún caso iba a firmarla y no podía creer que me lo pidiera".
Al igual que su madre, los dos hijos de Madoff fueron el blanco de acusaciones públicas que les implicaban en la estafa. Ruth y Andrew Madoff lo niegan, y ni ellos ni Mark fueron nunca objeto de una investigación criminal. "No tenía forma de conocer" el fraude elaboradamente oculto, y tampoco sus hijos, decía Ruth Madoff.
Andrew Madoff se mostraba más tajante todavía. "Desde el principio, cuando empezó todo, quise hablar y contar mi historia". Cuando Catherine Hooper, su novia, le sugirió que trabajase con Sandell en una biografía autorizada, aceptó en el acto. "Espero que cuando la gente haya oído mi historia, me juzgará con un poco menos de dureza", señalaba.
Andrew Madoff se enteró por primera vez del intento de suicidio de sus padres a principios de este año. "Me permitió hacerme una idea mejor de por lo que estaba pasando emocionalmente mi madre cuando todo esto se fue revelando", indicaba. Dice que piensa que su madre debería pedir el divorcio, pero ella considera que es un gesto que carece de sentido. También asegura que trabajar en el libro ha ayudado a su madre a sobrellevar su indignación por las traiciones de su padre y que hará que una opinión pública hostil se vuelva más comprensiva.
Ruth Madoff dice que lo duda, pero que le gustaría salir de esto con dos cosas valiosas: haber recompuesto al menos algunas partes de su destrozada vida familiar; y espera tener la sensación de "que puede andar por la calle y levantar un poco la cabeza".
© (2011) The New York Times News Service. Traducción de News Clips.
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