España devora robots
La industria nacional demanda autómatas, pero apenas los fabrica
Cuentan que cuando unos inversores de Emiratos Árabes vieron el Reem B, el robot humanoide de la barcelonesa Pal Robotics, se levantaron entusiasmados de sus sillas. Y, lo que es más importante, pusieron su dinero en la empresa. No es para menos. El Reem B es uno de esos humanoides de película, pero de verdad y con capacidades sorprendentes. Con forma humana y 1,65 metros de altura, el robot de Pal alcanza los cinco kilómetros por hora, transporta hasta 15 kilos de peso, reconoce las caras y la voz y se orienta en un espacio cerrado. Se utilizará como guía de museos y en labores de marketing en centros comerciales. La empresa tiene ya muchos pedidos y empezará a fabricarlo a un ritmo de 20 al mes.
El sector no genera interés en el capital riesgo y adolece de una política estatal
Las empresas españolas ponen el foco en robots para misiones peligrosas
Pal Robotics, la empresa más aplaudida del sector español de robótica, no es la única. The Corpora, Iberobotics o Aquiles Robotics, posicionadas en el ámbito de los robots de servicios y domésticos, también han suscitado admiración. Una lista a la que habría que añadir empresas de ingeniería, automatización o bienes de equipo como Sener, Promaut o
Tecnatom, que tratan de hacerse una posición en este segmento menos trillado que el de la robótica industrial. Este segmento está dominado por grandes multinacionales como
ABB, Fanuc, Kuka o Motoman, capaces de producir equipos robóticos en serie para la automatización de industrias como el automóvil o a electrónica.
Eso explica que no haya habido forma de crear fábricas de robots netamente españolas en un país como España, que es el cuarto de Europa en número de robots industriales y con la segunda industria automóvil del continente (la que más robots utiliza en nuestro país). "Ha habido", explica Jorge Grau, director general de AER ATP (la patronal de la industria de robótica), "varios intentos de creación de empresas para fabricar robots, pero se descartaron debido a los altos costes en I+D". ¿Es que perdimos el tren? Ramón López de Mantra, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial, da a entender que quizá sí. "Esos países empezaron mucho antes que nosotros. Ahora las barreras de entrada son muy fuertes". Una pena porque la robótica industrial es un sector potente y en crecimiento, un mercado que factura, solo en robots, más de 4.000 millones de dólares, 15.000 millones si incluimos el software y la ingeniería. España, pese a que los robots industriales en uso alcanzaron a finales de 2010 los 30.545, frente a los 18.352 de 2002 y el 3% de los existentes en el mundo, es poco más que una gigantesca consumidora de máquinas de este tipo.
Pero sería erróneo pensar que no hay actividad. Según informa Grau, la robótica industrial "factura en España unos 375 millones de euros y da empleo directo a 2.200 personas". Y crecerá entre el 5% y el 10% en 2012. Aparte de que las grandes multinacionales que sirven a nuestras industrias del automóvil, los plásticos o la alimentación, tienen plantas aquí, hay un numeroso grupo de ingenierías de robótica que desarrollan y gestionan los robots. Luego está el sector de los bienes de equipo, que cuenta con sus propias divisiones de robóticas. "En Sercobe", explica José Ignacio Prada, director de relaciones institucionales, "tenemos un grupo de empresas de la máquina herramienta, con áreas de robótica muy potentes, tecnología y patentes propias, firmas como
Miguel Torres, Nicolás Correa, Fagor Arrasate, Zayer".
Las posibilidades de crear fábricas de robots born in Spain parecen más realistas en la robótica de servicios, especialmente en las máquinas hechas a medida para clientes en los sectores de Defensa o Sanidad. En este último hay algunas experiencias en marcha que en breve estarán en el mercado. Aquiles Robotics está diseñando robots para la rehabilitación de pacientes con limitaciones de movilidad en colaboración con diversos hospitales. También Sener está desarrollando un robot de laparoscopia para los cirujanos. "Un proyecto", explica José Ramón Villa, responsable de I+D de la empresa, "que compramos a la Universidad de Málaga, industrializamos y vendemos a hospitales".
El foco de las empresas españolas parece estar, sin embargo, en los robots para misiones peligrosas del Ejército o las Fuerzas de Seguridad. "Participamos en el desarrollo de un multirrobot para la Agencia Europea de Defensa", señala Villa, "que se utilizará en misiones de protección y defensa perimetral en bases militares, como las de Afganistán". También Aquiles Robotics, filial de Promaut, una ingeniería robótica para el automóvil, tiene un robot, el Aquiles, para su uso en actividades peligrosas, para bomberos o equipos de rescate.
Algo parecido está haciendo Iberobotics, una empresa que obtiene buena parte de sus ingresos de la importación de robots domésticos (para limpiar piscinas, cortar el césped o hacer labores de vigilancia), y que, según explica Iván Bermejo, su director, está desarrollando máquinas para inspección de sitios con difícil acceso. Tecnatom, una ingeniería nuclear, entró en el campo de la robótica para inspección de centrales nucleares o petroquímicas. Sener trabaja, además, en otros proyectos. El principal y más avanzado es el Hector, un robot que se utilizará para limpiar los espejos de las centrales termosolares. El campo de los robots domésticos ofrece muchas posibilidades. Se trata de robots de cierta complejidad, ya que los más sencillos los producen en serie empresas japonesas y coreanas como Samsung o LG. The Corpora tiene en marcha un robot con prestaciones de vigilancia, con visión artificial y que puede hablar con el usuario.
Pero pese a las ayudas públicas, a la existencia de una generación de ingenieros especializados de alto nivel y al buen hacer de las universidades, el sector adolece de falta de interés por el capital riesgo y la ausencia de una política tractora por parte del Estado. "No tenemos un Ministerio de Defensa", se queja David Agustín, "capaz de tirar de esta industria, y eso que los robots militares son cada vez más comunes. En Afganistán hay miles". Pese a todo, Villa cree que "la robótica va a pegar un salto aún más impresionante que el registrado hasta ahora. Y España, si todos queremos, podrá tener una presencia muy relevante en esta industria".
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