El futuro sin Freire

Aún diez días después del Mundial, Óscar Freire seguía dándole vueltas en su cabeza a la última recta de Copenhague, donde el futuro le adelantó por la derecha y le olvidó. Así le sorprendió su hermano Antonio el miércoles pasado, cuando le llamó a su casa de Suiza para contarle lo mal que iba también el asunto de encontrar un equipo para el año que viene. "Mi hermano", cuenta Antonio, que es también el representante del ciclista de Torrelavega, "quizás no haya visto más que una o dos veces las imágenes de su victoria en Verona en 2004, su tercer Mundial, pero así estaba el otro día, repasando una y otra vez en el vídeo el sprint del Mundial de Copenhague. Cuando salió de la curva se veía ganador, y tres segundos más tarde supo que no ganaría. Y así sigue, torturándose".

"Si no hay una oferta satisfactoria, Óscar no sigue", dice su hermano y mánager

Quizás sea la edad, ya tiene 35 años, la consciencia de que se le acaban las oportunidades, lo que tiene desencantado a Freire, uno acostumbrado a superar brillantemente barreras en apariencia imposibles, y así toda su carrera, quizás sea el cansancio. "Él no tendría problemas por acabar así su carrera, ahora", dice su hermano, "pero los que le rodeamos sabemos que no puede irse con esa espina clavada". Si el Mundial 2012 puede que sea demasiado duro para sus características, no así los Juegos de Londres, donde tendría el placer añadido de jugar donde el futuro, donde el campeón de Copenhague, Cavendish.

El problema es que aunque quiera seguir un año más, la decisión no está en sus manos. Sus propias dudas, su honradez, han permitido a su equipo de los últimos nueve años, el Rabobank, darle con la puerta en las narices sin cargo de conciencia. Tras retirarse de la Vuelta con problemas respiratorios, deprimido, anunció a su equipo, el Rabobank, con el que estaba negociando la renovación, que dejaría el ciclismo. Y cuando poco después comunicó al conjunto holandés que lo había pensado mejor y que quería seguir un año más, que quería terminar su carrera en ese equipo y que aceptaba la última oferta que le habían hecho, desde Holanda le respondieron que qué oferta, que ya no pensaban en él.

La víspera de su primer arcoíris, en Verona 99, el director de su equipo entonces estaba ofreciendo a Freire a quien pudiera interesarle, pues no le veía futuro en el ciclismo. Al día siguiente ganó Freire, que tenía 23 años, su primer Mundial. Se fue a Italia, al Mapei, donde empezó a construir una de las carreras más importantes y atípicas de la historia del ciclismo español: a los tres Mundiales, suma tres Milán-San Remo y unas cuantas buenas clásicas más, y el maillot verde del Tour.

El bajón del Mundial de Geelong, el año pasado, lo superó a los 15 días, cuando ganó la París-Tours, su última gran victoria. Hoy, justamente, se corre la París-Tours, la gran recta de Grammont reducida a 500 metros y Cavendish, pero no parece que si gana se acabarán todos sus males.

Su futuro lo complica ahora también la forma en que está organizado el sistema de equipos. "Óscar solo seguiría si lo fichara un equipo del World Tour", dice su hermano, "un equipo que tenga garantizada la participación en las grandes clásicas, en las mejores carreras". En el World Tour, la liga de los 18 mejores del mundo, se entra gracias a los puntos de los corredores. Mientras el Movistar, el gran equipo español, le ha dicho que no les interesa, tiene una oferta del Geox, pero este conjunto, si se va Cobo, el ganador de la Vuelta, quedaría fuera de la liga. Y también si se va Menchov, pues sus puntos permitirían a otros equipos, como el Katusha, adelantar al Geox. De todas maneras, Freire, que cuenta con un capital de 126 puntos, también podría hacer ascender a otros, como el Ag2r o el GreenEdge. "Hoy por hoy, si no hay una oferta satisfactoria, Óscar no sigue", dice Antonio Freire, que espera la respuesta. "El 20 de octubre termina el plazo para cerrar las plantillas, también el plazo de Óscar".