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La conferencia política del PSOE | El debate de las listas

Más náufragos que flotadores

El proceso de elaboración de las listas del PSOE provoca tensiones por la situación de bicefalia y obliga a un pulso entre Rubalcaba y la organización del partido

Los finales de ciclo provocan siempre tensiones para elaborar las listas, recelos por las dificultades para encontrar acomodo en los cargos electos y una legión de responsables políticos, con experiencia en gestión, que se ven obligados a abandonar la actividad pública. Cuando el final del ciclo político está cantado y asumido previamente, como ocurre en esta ocasión con el PSOE, todo es mucho más complicado.

Las peleas internas que trascienden estos días tienen que ver con el interés en situarse en puestos de salida, sobre la base de una derrota sonada y segura. Ese ambiente de derrota inexorable está implícito en la batalla por situar a mujeres en los primeros puestos y en otras como la que busca alterar el orden de listas como la de Madrid. "Se reparte la miseria", dice un veterano del partido, para explicar que los altos cargos excluidos van a tener imposible mantenerse en la actividad política, porque el poder hegemónico del PP en Ayuntamientos y comunidades y próximamente en el Estado no deja resquicios para rescatar a nadie. Habrá más náufragos que flotadores cuando el Titanic, que se dirige hacia el iceberg sin margen para evitar el choque, empiece a hundirse.

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Además, en esta ocasión, el proceso de elaboración de las listas del PSOE tiene dificultades añadidas como el intento de colocar al rosario de cadáveres políticos que ya dejaron las municipales y autonómicas del 22 de mayo y el hecho de que la inminencia de las generales aplazara los congresos provinciales y regionales. Los barones pactaron en La Moncloa la candidatura de Rubalcaba a cambio de mantener con alfileres la paz interna y la renovación hasta después de las generales.

El desastre del PSOE en esas elecciones fue de tal magnitud que miles de cargos del partido se vieron obligados a abandonar las diferentes Administraciones. Barones como José María Barreda han querido dar el salto a la política nacional e ir al Congreso anticipando su salida de Castilla-La Mancha y también cerrando el paso a otros posibles candidatos como Fernando Moraleda.

Por todo eso, si hacer las listas supone siempre un esfuerzo para no alterar el equilibrio siempre inestable entre la organización federal y la de cada territorio, esta vez todo es más peculiar porque, además, el candidato no es formalmente responsable del aparato. Rubalcaba ha recibido todo el poder del partido y el partido se ha puesto a su disposición, pero formalmente no es más que un miembro de la ejecutiva. Sigue habiendo un secretario general (Zapatero) y un vicesecretario (José Blanco), que han intervenido en casos concretos como José Andrés Torres Mora y Pedro Sánchez.

El proceso de las listas, según un miembro de la ejecutiva, está siendo finalmente un pulso entre Rubalcaba y la organización, previo a un pacto implícito. El candidato ha logrado imponer la mayoría de sus condiciones, como la incompatibilidad de los alcaldes, pero no ha conseguido otras como situar a algunos de sus colaboradores en puestos de salida e intenta recuperar a algunos diputados bien valorados. En unos casos ni siquiera ha dado batallas en beneficio de la paz orgánica. Ha dado alguna como la de Antonio Camacho en Zamora y la ha ganado de momento, aunque le haya supuesto excluir a un diputado histórico y reconocido como Jesús Cuadrado. Tampoco ha sido pacífica la inclusión de Rosa Aguilar en Córdoba, echando de la política a Carmen Calvo, pero también en ese caso el movimiento tenía apoyo de la organización regional del PSOE.

Las listas han llegado a Ferraz con algunas variaciones respecto a las pretensiones iniciales de Rubalcaba, que quería un grupo parlamentario en el que combinara veteranía y experiencia de gestión con renovación y en el que no hubiera "fichajes" como los de Baltasar Garzón (PSOE) o Manuel Pizarro (PP) que resultaron muy contraindicados. Ferraz revisará las listas desde el 5 de octubre y el equipo de Rubalcaba tiene previsto hacer algunas correcciones; por ejemplo, en la de Madrid para adelantar a Pedro Sánchez, miembro del aparato y colaborador de José Blanco, en otras para mejorar la posición de mujeres e intentar encontrar acomodo a Francisco Fernández Marugán, desplazado en su circunscripción.

Si se cumplen las expectativas, el grupo con el que el PSOE tendrá que hacer esa travesía del desierto en la oposición incluirá a 11 de los actuales ministros, puesto que solo Elena Salgado, Ángel Gabilondo, Miguel Sebastián, Ángeles González Sinde y Cristina Garmendia han renunciado. La dirección explica que es tradición incluir a los miembros del Ejecutivo, salvo renuncia expresa, y es difícil justificar las exclusiones. La duda es hasta qué punto eso les dificulta la labor de oposición. En 1996, el PSOE perdió las elecciones y el Grupo Socialista se organizó en la oposición con los exministros como portavoces de las mismas áreas sobre las que tenían responsabilidad en el Gobierno. La experiencia fue tan mala como que nadie quiere repetirla y el equipo de Rubalcaba explica que la idea es que ninguno esté en la comisión del Congreso dedicada al asunto del que haya sido ministro. No será fácil porque la oposición solo dispone de un número reducido de presidencias de comisión para mantener el estatus de los exministros. "¿Alguien imagina a Camacho fuera de asuntos judiciales o de Interior, a Camaño de portavoz de alguna comisión distinta a la de sus competencias en el Gobierno o a Valeriano Gómez fuera de Trabajo y sin responder de las cifras que dejará?", se pregunta un diputado para explicar las interferencias que producen siempre los exministros en la oposición, como ocurrió con Ángel Acebes o José María Michavila después de 2004. También para argumentar que la mayoría de esos exministros se aburrirán y terminarán por abandonar precipitadamente sus escaños, lo que hará correr las listas y entrarán algunos que ahora no tienen esperanza de tener escaño. Ha pasado en esta legislatura con exministros de Zapatero y alguno como Mariano Fernández Bermejo se retira tras una reforma legal in extremis que le facilita la vuelta a la carrera fiscal.

Del grupo actual, sus responsables lamentan que hayan quedado fuera diputados valiosos como Marugán, responsable de los detalles de los Presupuestos en las últimas legislaturas, Marta Gastón o Ana Fuentes. Solo al primero hay posibilidades de recuperarle y las otras dos quedarán seguro fuera.

En Madrid, fuentes próximas al secretario general del PSM, Tomás Gómez, explican que no va a ser fácil que la dirección federal la modifique porque ha sido aprobada por unanimidad, porque ha intervenido Rubalcaba y porque es fruto de equilibrios. Por ejemplo, incluye a amigos y colaboradores del candidato como Elena Valenciano, José Enrique Serrano (jefe de Gabinete de Zapatero), Antonio Hernando y Ángeles Álvarez. Hay algunos flecos como la posición de Pedro Sánchez, protegido de Blanco y apoyado por Juventudes Socialistas, que ha sido relegado por Juan Antonio Barrio de Penagos y Manuel de la Rocha. El PSM asegura que Ferraz no podrá trastocarla porque el segundo es "la cuota" de UGT y del primero se preguntan: "¿Se atreverá Rubalcaba a ser quien excluya a Izquierda Socialista, la única corriente reconocida en el PSOE?".

Rubalcaba, Zapatero y Blanco, en el último pleno de la legislatura en el Congreso.
Rubalcaba, Zapatero y Blanco, en el último pleno de la legislatura en el Congreso.ULY MARTÍN

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