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Reportaje:ATLETISMO | Mundiales de Daegu

Los sevillanos del 800, realistas

Semifinalistas los tres, ninguno piensa llegar hoy a la final

Carlos Arribas

Los tres son sevillanos, corren los 800 metros y se clasificaron para las semifinales (11.00, hora peninsular española, Eurosport). Pero ninguno mostró esperanzas reales de pasar a la final de una de las pruebas de más nivel de los Mundiales, la que deparará uno de los duelos más estrechos: el del plusmarquista, el keniano David Rudisha, con el sudanés Abubaker Kaki. Se les puede llamar amigos, pero ahí acaban las similitudes. Cada uno, Kevin López, Luis Alberto Marco y Antonio Reina, es una historia.

Kevin, el más joven, se sintió bloqueado a la hora de liberar la energía acumulada en los últimos 250 metros y no pudo evitar sentirse frustrado pese a ser tercero, lo que le dio el pase directo. "He cambiado para ponerme en cabeza y evitar problemas y no me he encontrado suelto. Pensaba que iba a estar mejor", dijo el pupilo de Francisco Gil, quien también entrena a Marco. "Agosto se me ha hecho largo. Había planificado la temporada no respecto a los Mundiales, sino a los Europeos sub 23 y competí mucho en julio. Conseguí mi mejor marca (1m 44,49s) hace un mes y quizá esté ya pasado de forma. Si vuelvo a correr así, no estaré en la final".

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A la edad de Kevin, 21 años, Reina ya triunfaba. Fue en 2002, cuando ganó la Copa del Mundo y estableció un récord de España, 1m 43,83s, que se mantiene. Y él también se mantiene en lo más alto. O así lo siente. "Soy un luchador. En ningún momento dudé de que volvería a mi mejor nivel", dice quien en los dos últimos años, lesionado, no pudo participar ni en Mundiales ni en Europeos y veía crecer a los chavales que empezaron a correr el 800 por admirarle. "Lo que me faltaba era confianza y ya la tengo", añade. El más veterano, 30 años, quedó igualmente tercero en su serie después de empezar el penúltimo y encerrado una última recta angustiosa: "Pero sabía que llegaba. Cien metros dan para mucho".

Entre medias, por edad, está Marco, de 25 años, aún afectado por el jetlag -"creo que los que competimos el primer día debimos haber venido antes. Llegamos el miércoles y solo he dormido bien los dos primeros días gracias al agotamiento por el viaje"-, aún bloqueado mentalmente, casi obsesionado, porque no logra que el cronómetro le reconozca su clase. "Tengo que desbloquearme", se promete Marco, que ya ha asumido el tropezón que le costó quizás la victoria en los Europeos de pista cubierta en los que Kevin fue bronce, pero que no ha digerido no haber bajado aún de 1m 45s: "Para ser por la mañana, he cumplido. Tenía la serie más dura, con dos de los mejores [Yego, campeón en 2007, y Kaki; él fue cuarto y pasó por tiempos], pero soy semifinalista".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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