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Crítica:DORMIR
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Vista a la catedral

BULEVAR, un nuevo hotel en Burgos que destaca por su precio asequible

Alojarse en la ciudad es cada día más barato. Por 47,50 euros, véase el ejemplo, cualquiera puede pasar la noche en un hotel de nueva planta en Burgos. Claro que no está pegado a la catedral gótica, ni a la plaza del Cid, ni tampoco a los imprescindibles mojones gastronómicos del Camino de Santiago. Pero ya sabemos que aquí, como en cualquier ciudad pequeña, todo queda cerca del centro, concretamente a diez minutos a pie. Su buen emplazamiento, en el barrio de San Agustín, con salida rápida a la autovía de circunvalación E-5, otorga al hotel Bulevar (antiguo Arlanzón) un tique entre las opciones que el viajero debe considerar. Así lo presume el grupo hostelero que lo ha alumbrado, con medio siglo de experiencia en la capital burgalesa, propietario también de los hoteles María Luisa y Rice, casa madre y origen de esta singular minicadena.

Atención especial

El hotel se resume en un pequeño vestíbulo esquinero con mostrador de recepción y una cafetería abierta al público con entrada por el lateral. Entre medias, un angosto pasillo ofrece lectura de prensa diaria y un monitor conectado a Internet. Para ser sinceros, el salón de desayunos es un cubículo que no merece llamarse comedor. Pero la atención de las recepcionistas y del personal de cafetería es práctica y muy amable. Da gusto.

Arriba, los dormitorios convencen por su amplitud, luminosidad natural y ese estándar estético a que nos tienen acostumbrados las cadenas de hoteles urbanos y funcionales. Su bajo precio no da para más. E incluso justifica algunas desatenciones, como la ausencia de minibar en la habitación y unos desayunos de trámite. Los colchones no tienen buen apresto, pues llegan a hundirse como el Titanic a mitad del sueño. Las almohadas también se hunden y son demasiado bajas para el común de los huéspedes, que suspiran por sus cervicales. La luz de emergencia está a la vista y molesta al dormir. No digamos ya el castigo que supone la inexistencia de persianas o de un simple foscurit para las personas ligeras de sueño al amanecer. En el baño, el kit cosmético es penoso, demasiado rácano. Y, pese a la reciente construcción del edificio, ya se hace notar en determinadas zonas un evidente desgaste: roces de maletas en las paredes, baldas de los armarios algo flojas... En contraste, se dispone de wifi gratuita en todo el edificio.

Lo más vistoso del hotel se halla en las dos habitaciones con terraza de la planta undécima, ambientadas con mobiliario de hularo (fibra sintética similar al mimbre) y una panorámica única sobre la ciudad, incluida su catedral y el Museo de la Evolución Humana.

<b>Una de las terrazas del hotel burgalés Bulevar con vistas a la ciudad y su catedral.</b>
Una de las terrazas del hotel burgalés Bulevar con vistas a la ciudad y su catedral.

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