El relato de Granell
En el Madrid asediado y bombardeado del No pasarán, la Lirio comerciaba con su cuerpo. Era una muchacha de cuna proletaria, violada cuando despertaba de su adolescencia allá por los años treinta del pasado siglo. Basilio Trilles la retrata literariamente con una gracia no exenta de sensualismo: "Una real hembra, consagrada al placer, de carnes justas y prietas, pelirroja natural, de impúdica blancura y abrumador escote que adivina unos pechos como saetas..." La desgraciada moza colaboraba además con algún miembro, quintacolumnista, del espionaje de los rebeldes franquistas y un sádico de ojos claros la asesina en un arrebato de placer. El episodio, entre la realidad y la ficción, aparece en el libro de Trilles entre decenas de páginas que son algo más que realidad y algo más que ficción. Pero comencemos por el principio por tal que tengan ustedes entero conocimiento del relato, este 18 de julio que las nuevas generaciones apenas recuerdan, aunque se les tiene que recordar.
Basilio Trilles, nacido cuando ya las cartillas de racionamiento eran recuerdo, es un hombre de la comunicación y el periodismo. Un día supo del papel desempeñado por los republicanos españoles en la liberación de París y hace unos meses publicó un relato que no es una novela, que tampoco se ajusta con exactitud a los cánones de una crónica histórica y donde aparecen trazos biográficos de un militar romántico, que lucha durante la Segunda Guerra Mundial junto a los aliados, porque está convencido de que la victoria aliada sobre el nazismo y el fascismo hará posible que la democracia vuelva a su país. El militar es Amado Granell, valenciano nacido en Burriana, casado y con tres hijos en Orihuela, que en sus años jóvenes participó en los conflictos bélicos norteafricanos de origen colonial y, ya adulto, echa la carne en el asador para defender la legalidad republicana, secuestrada por los generales golpistas de 1936. Derrotado, como media España, se enrola, junto con otros republicanos, en el ejército francés que combate a los nazis, y acaba entrando en la capital del Sena en un vehículo blindado. Imagen esta última que da título al libro de Basilio: El español de la foto de París.
El relato del castellonense Trilles viene a ser un recuerdo de cuanto sucedió en casi 500 páginas bien informadas. Unas páginas cuyo contenido conocen los amantes de nuestra historia reciente, pero desconocen las nuevas generaciones; unas páginas que ordenadamente cabalgan desde las masacres de Badajoz a los fríos de la batalla de Teruel, pasando por Guernica. Unas páginas, que si se leen atentamente viene a ser a un tiempo un alegato contra la guerra y una decidida defensa de la democracia y la tolerancia, personificada en el militar de la foto, que era de Burriana y pensaba y sentía en valenciano, en castellano y en republicano. Y así resulta ilustrativo leer como los republicanos españoles recaudan dinero para reparar una imagen del Corazón de Jesús tras el desembarco en Normandía.
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