Un proyecto de vida
3.400 menores están en el programa de acogimiento familiar
"Su madre está perdiéndose los mejores momentos de su vida, me gustaría que fuera ella la que los disfrutara". Antonio Bolaños es un padre acogedor y su reflexión encierra la filosofía de este recurso: este niño no es mío, lo acojo, le ayudo pero deseo que sea su familia la que disfrute de él. Junto a su mujer, Isabel Torres, y sus cuatro hijas ofrecen el apoyo temporal a un niño de 16 meses. Es la segunda vez que acogen, en modalidad simple, desde que hace seis años iniciaran este tipo de solidaridad con los niños y, a la vez, con sus respectivas familias biológicas. "La empatía es muy importante", señala la coordinadora del programa de acogimiento en familia ajena Karima El Harchi. Trabaja en Aldaima, la asociación que en Granada desarrolla programas de acogida con la Junta, que inició esta labor en 1996.
El acogimiento familiar en todas sus modalidades (simple y permanente) es la medida protectora más extendida en Andalucía, ya que 3.400 de los más de 6.400 menores que están bajo guarda o tutela de la Junta están acogidos por una familia. "Se convierte en una especie de proyecto de vida", subraya El Harchi. Quizá la sensación de tristeza por su marcha es lo que hay que erradicar. "Se trata de empezar algo y acabarlo, cumples tu labor y punto", subraya Bolaños.
El tabú de la separación lo llevan bien esta pareja y sus hijas. Desde abril tienen en casa al niño. "Al principio estaba sorprendido por llegar a una familia nueva, pero al momento se adaptó". Corretea por el patio, pero si quiere dirigirse a otro lugar busca a Isabel, se pone a su lado y le coge la mano. Al pequeño se le nota feliz, empezó a andar con ellos y se sabe el rey de la casa. Su madre tiene una hora a la semana para verlo, en un punto neutral, ya que el objetivo es que no se pierda el vínculo. "Tenemos cuatro hijas y sé que esos momentos, cuando nos besa o se ríe, no se pueden recuperar", apunta quien ahora hace de padre. Ya pasaron por la experiencia de otro menor, al que acogieron durante dos años, y están dispuestos a repetir. Aseguran que "vale la pena" y es difícil decidir quién habla con más entusiasmo si los padres o sus hijas, a quienes también hay que reconocer su generosidad por ofrecer su tiempo y su hogar para que otro niño pueda crecer.
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