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Reportaje:

La basura vegetal se dispara

El reciclaje agrícola aumenta en Almería un 175% por la crisis del pepino

500 camiones cargados con entre cinco y 20 toneladas de residuos agrícolas cada uno se desplazan a diario a las dos únicas plantas autorizadas para el tratamiento y eliminación de residuos no peligrosos que genera el campo almeriense. Están situadas en La Mojonera y Níjar (Almería) y ambas trabajan a un ritmo superior al habitual desde el pasado 26 de mayo, cuando las autoridades alemanas y la Unión Europea decretaron una falsa alarma sanitaria por un brote de la bacteria mortal E.coli en una partida de pepinos procedente de 13 plantaciones de Almería.

Las mencionadas plantas, propiedad de la empresa Albaida Residuos -del grupo Cespa- generaron 25.000 toneladas de compost el pasado año y en esta campaña esperan batir la marca. Tan solo durante los cuatro primeros días tras el decreto de alerta sanitaria, el campo almeriense dejó de comercializar 71,9 millones de kilos de frutas y hortalizas, según los datos de la Asociación de Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas de Almería, Coexphal. Todos ellos acabaron, antes o después, en las instalaciones de Albaida. La alerta sanitaria se ha mantenido hasta hace unos días y la normalidad en los mercados aún no se ha recuperado.

El sector dejó de comercializar 71,9 millones de kilos de frutas en cuatro días

Las empresas han tratado de conservar la mercancía en las cámaras frigoríficas a la espera de darle salida en días sucesivos, pero tampoco ha sido posible y todo ha tenido que ser transportado a las plantas de Albaida, donde se ha registrado un trasiego constante de camiones de gran tonelaje que tenían que deshacerse del material no vendido: pepinos, berenjenas, tomates, calabacines, melones y sandías, principalmente.

Con lo recogido durante la última semana de mayo y la primera de junio, la empresa ha incrementado la entrada de fruto en peso en un 175% con respecto al mismo período del año anterior, confirman desde Cespa. La mitad de los viajes diarios que se producen a las dos plantas son la mitad frutos y la otra mitad material de deshecho de invernaderos como ramas. Habitualmente no era así. Los agricultores y empresas transportan a Albaida, principalmente, material de desecho y, en segundo lugar, lo que no han comercializado.

La circulación de camiones ha sido esta semana más fluida. Días después de la alerta sanitaria, según algunas comercializadoras, se llegaban a aguardar hasta tres y cuatro horas de cola para verter el género en la planta de La Mojonera, núcleo más cercano a El Ejido, principal zona agrícola de la provincia y, por ende, la más afectada por el bloqueo alemán y europeo a los productos procedentes del campo.

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El compost que fabrica la planta de Albaida se hace a base de tiempo y de una mezcla adecuada entre biomasa y fruto. Todo el proceso dura seis meses. Durante ese tiempo, el trabajo consiste en remover y controlar desde el primer momento. Cuando llega el fruto se vierte junto a una enorme pila de matas y ramas jóvenes procedente de invernaderos y plantaciones. Una máquina excavadora -un pulpo- mueve y mezcla todo el material hasta conseguir equilibrar las partes, cuya pasta pasa a descansar en otra pila donde será removida para fermentar a unos 70 grados centígrados hasta que vaya madurando progresivamente y avanzando entre las pilas donde se volteará durante meses. El último paso será la criba, en la pila de mayor tamaño, donde se ultima el compost para su comercialización.

Las amenazas de incendio son una constante, ya que el material se encuentra a muy alta temperatura y está en combustión permanente. "El trabajo parece sencillo, pero hay que tener mucho cuidado y vigilar sin descanso", subraya Antonio Ufarte, gerente de Albaida.

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