Un cadáver exquisito
Las enormes potencialidades de Jan Fabre (Amberes, 1958) se han puesto de manifiesto en muy diversas esferas de actuación, desde la instalación a la coreografía, desde la pintura al texto teatral. Su primera coreografía como tal no es obra temprana, data de 1987 y formaba las secciones danzadas de la ópera Das Glas im Kopf Word vom Glas, lo que encuentra continuidad en el encargo del Ballet de Frankfurt de 1990 The sound of one hand clapping. En ese margen estrecho está el meollo de su estética en cuanto danza y tratando de definir su trabajo, lo ve como "una búsqueda de la belleza en tanto homenaje a la ausencia y lo indecible de ella misma"; rasgo de perseverante esteticismo que está presente en esta Preparatio mortis, donde valida un largo adagio de réquiem.
PREPARATIO MORTIS
Coreografía: Jan Fabre y Annabelle Chamnon (performer); música: Bernard Foccroulle. Sala Cuarta Pared. Hasta 5 de junio.
Conocedor de los registros escénicos, Fabre funciona más como un sagaz director que como un coreógrafo propiamente dicho; ha escogido hábilmente a la intérprete y la deja hacer más allá de los créditos.
También se evidencia esa mano de hierro del regidor-soñador, trasunto tardo-romántico que se expresa a través de continuos asaltos al sistema teatral. Más que un ataúd, Fabre idea un ara sacrificial y en su predela se lee grabada una fecha: 17 de enero de 1975. ¿Qué pasó ese día? ¿Quién nació o murió? Puede ser la del nacimiento de Annabelle, que nació en Suresnes ese año.
Al elemento perecedero de las flores (substancia escenográfica que debe ser renovada cada día) se une la metáfora de la carne destinada a la putrefacción (las mariposas). Flores, traje y sudario a la vez, son el velamen de un tenso ritual hacia la prosecución de éxtasis. La bailarina viste el vestuario preferido de Fabre: sostén y bragas negras con poca puntilla, especie de Ofelia: piénsese en el cuadro prerrafaelita de John Everett Millais o en los ataúdes de cristal de los cuentos de Hoffmann, gusto neogótico para una acción que sufre más que soporta el paso del tiempo y donde lo que permanece es la fuerte impronta de su plástica.
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