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Reportaje:DANZA

Menos es más

El máximo efecto con los mínimos elementos. Tal fue la proclama minimalista, una corriente surgida en medio de la ebullición de ideas y conceptos de la vanguardia norteamericana de los años sesenta y setenta que es buen ejemplo de la sintonía en que vivían las artes del momento. Originalmente vinculado a la escultura, al diseño y la arquitectura, no tardaron directores escénicos, músicos y coreógrafos en preguntarse qué ocurriría si trasladaban estas ideas reduccionistas y de rigurosa economía de medios a sus propias creaciones. La repetición obsesiva de una única frase coreográfica, el pulso constante en una partitura, la reiteración enfermiza de un gesto. Probablemente la obra más emblemática del minimalismo escénico siga siendo la legendaria ópera experimental Einstein on the beach, estrenada en el Metropolitan Opera House, de Nueva York, en 1976, que supuso la reunión del talento de tres creadores entonces marcadamente minimalistas que por primera vez tuvieron acceso a un público masivo. El compositor Philip Glass, el director escénico Bob Wilson y la coreógrafa Lucinda Childs fueron los creadores de este todavía extraño y subyugante proyecto multidisciplinar de cinco horas sin intermedio señalado como un clásico escénico de nuestro tiempo, que volverá a montarse en Estados Unidos, en 2012, antes de una gira europea que se iniciará en marzo en la ciudad francesa de Montpellier. "Einstein on the beach significó un gran cambio para mí", rememora hoy Lucinda Childs. "Yo bailaba en iglesias, en la calle, en los tejados..., pero nunca había estado en un teatro y de repente me encuentro estrenando en el Metropolitan. Esa obra supuso mi primer contacto con Philip Glass, un compositor que va a ser muy importante en mi carrera. Mi obra Dance [1979, clásico minimal, que cuenta con la colaboración del artista Sol Lewitt] sería imposible sin su partitura. Y es que la música ha sido siempre fundamental en mi trabajo, y mi territorio habitual han sido compositores como Glass, Arvo Pärt, Michael Nyman. Los músicos minimalistas te ofrecen un buen material sobre el que construir danza. Puede que mis trabajos hayan cambiado, pero la relación entre música y espacio sigue siendo la base conceptual de toda mi propuesta".

"La relación entre música y espacio sigue siendo la base conceptual de toda mi propuesta", afirma Lucinda Childs

La iniciativa de Childs, Wilson y Glass, desde luego, encontró repercusión europea. Músicos como Steve Reich, uno de los más obstinados y auténtico precursor de la composición minimalista, Wim Mertens, Michael Nyman, Arvo Pärt, Mike Oldfield o más recientemente Moby, se han servido de las notas repetitivas para construir sus poéticas, y a veces enervantes, creaciones musicales, al tiempo que destacan coreógrafas como Krisztina de Châtel, húngara anclada en Holanda hoy al frente de Dansgroep Amsterdam, que estrenó en 1986 su emblemática Typhoon, en la que sus inmóviles bailarines no realizan ni un solo desplazamiento físico por el espacio; la reputada directora de la compañía Rosas, la belga Anne Teresa de Keersmaeker, que reunió sus viejas obras minimalistas en su reciente espectáculo Steve Reich Evening, o en España, Ángels Margarit, premio Nacional de Danza 2011, que se dio a conocer en los ochenta con sus repetitivas propuestas. A muchos de estos artistas el minimalismo les sirvió como punto de partida para otras investigaciones, quedando ecos notables en algunos y desapareciendo casi por completo en otros.

Lo cierto es que el minimalismo se supuso efímero. En los años noventa ya no se hablaba de ello y casi ningún artista parecía interesarse en sus preceptos. Sin embargo, prácticamente ninguno de los cultores de aquel minimalismo escénico ha dejado de trabajar, aunque muchos de ellos sean ahora menos radicales que entonces. En tiempos muy recientes, quizá por el saludable afán revisionista que viven las artes, ha venido ocurriendo una especie de eclosión minimalista, especialmente en danza, que estos días dejará constancia de su vigencia en España con la coincidencia, por distintas vías y con diferentes proyectos, de Lucinda Childs, Philip Glass y Bob Wilson.

En la programación de danza del recién comenzado Festival de Otoño (en primavera) de Madrid destaca muy especialmente 2: Dialogue with Lucinda, en la que la coreógrafa alemana residente en Ámsterdam Nicole Beutler revisita dos obras cortas, difíciles y rigurosamente minimalistas de Lucinda Childs: Radial Course (1976) e Interior Drama (1977). "Como parte del programa Cover, en Holanda, me pidieron hacer un remake de un coreógrafo y escogí a Lucinda Childs porque había quedado muy impresionada cuando vi en Múnich la reposición de su pieza Dance, que casualmente ha sido remontada recientemente por el Ballet de la Opéra National du Rhin", relata Beutler que, aparte de bailarina y coreógrafa, ha sido comisaria de danza del célebre Frascati, teatro experimental y de riesgo de la capital holandesa. "A partir de allí estuve investigando su trabajo y quedé fascinada por la intensidad de sus obras. En muchas de mis piezas anteriores ya había trabajado con la estrategia de la repetición, pero nunca como un acto conceptual. Lucinda dice que sus piezas procuran una intensa experiencia que procede de ver y escuchar, y esta idea me empujó a indagar con detenimiento cómo ella compone a través de patrones matemáticos. Con ayuda de Ty Boomershine, asistente de Childs, montamos con los seis bailarines de mi compañía las dos obras escogidas y, con las piezas ya aprendidas, comenzamos a deconstruirlas para reconvertirlas en un diálogo con el espectador". Una de las intervenciones más notables de Beutler fue dotar de música a estas dos pequeñas y complejas miniaturas coreográficas, bailadas originalmente en sepulcral silencio. Gary Shepherd tradujo a sonidos los matemáticos patrones de danza, construyendo una música que encaja con precisión en las coreografías. No se trata, entonces, de una reposición sino de un homenaje, que es reinvención y legitimación de los principios de la danza minimalista de Childs.

El mismo festival primaveral madrileño traerá a Philip Glass para un recital en el que interpretará algunas de sus viejas y obstinadas piezas para piano y estrenará su Partita for Solo Violin, escrita en exclusiva para el violinista Tim Fain, que le acompañará en escena, al tiempo que el famoso Festival de Edimburgo, que acaba de desvelar su programación para 2011, incluye como una de sus principales apuestas el reestreno de la llamada Trilogía Qatsi conformada por los filmes Koyaanisqatsi (1982), Powaqqatsi (1988) y Naqoyqatsi (2002), tres películas experimentales y minimalistas que el realizador norteamericano Godfrey Reggio hizo a partir de partituras originales de Glass, y que este próximo agosto se proyectarán en la capital escocesa por primera vez juntas con música en directo interpretada por el mismísimo Glass Ensamble. A su vez, la próxima temporada del Teatro Real anuncia dos producciones de Bob Wilson: su puesta para la ópera Pelléas et Mélisande (en octubre) y el estreno absoluto de Vida y obra de Marina Abramovic, dedicado a la gran dama del performance radical, con música del melancólico Antony, el de Antony and the Johnsons, que se estrenará en abril de 2012.

Con motivo de la celebración de los 25 años de su compañía Mudances, la coreógrafa catalana Ángels Margarit ha hecho también su especial contribución a este revival minimalista con un proceso de recuperación de repertorios emprendido en La Caldera, casa de investigación y difusión de la danza de Barcelona, que le ha permitido volver sobre Kolbebasar (1988) y Corol.la (1992), dos de sus obras tempranas, marcadas por el minimalismo. "Hoy no las haría igual", admite Margarit. "De hecho, son obras de otro tiempo, vienen de motivaciones que ya no me interesan. No las haría, pero lo que hago en este momento es el resultado de haberlas hecho. Son obras de oficio, que se sustentan en la estructura. En aquel entonces me interesaba el trance y por eso hice el solo Corol.la. La inspiración no es el derviche, pero los giros me permitían entregarme a un ritual, una fisicalidad en la que dejaba de ser yo. Y he disfrutado mucho también con el remontaje de Kolbebasar. Ha sido grato recuperarlas, ver que puedes remontarlas, que entiendes ahora sus lógicas y las disfrutas".

La experiencia de la danza minimalista es vivencial. Resulta difícil explicarla sin que luzca como una propuesta demasiado fría, esquemática y aburrida, pero su dinámica y fascinación vienen de la implicación del que la observa. Exige la concentración primero y, desde allí, conduce al hipnotismo, a la fascinación y la admiración, gracias a su entramado perfectamente matemático y racional. "Del minimalismo me gusta esa idea de la economía", reafirma Lucinda Childs. "Saber exactamente qué estás haciendo con el material, centrarte meticulosamente en un paso y no en muchos. Reconozco que es difícil para los bailarines. Necesito cuerpos físicamente bien entrenados, pero tienen que entender lo que propongo porque no trabajo con ordenadores ni con cosas sofisticadas. Es muy racional, muy matemático, pero introduzco variables muy leves que lo hacen poético. Es igual que la música de Philip Glass. En un primer momento parece que es monótona, que es siempre lo mismo, pero va cambiando de manera muy imperceptible, con variantes muy sutiles, que son las que terminan convirtiéndola en una música impactante, realmente subyugante. Eso es lo que me fascina", concluye. -

Madrid. www.philipglass.com. Festival de Otoño (en primavera).

2: Dialogue with Lucinda, de Nicole Beutler. Del 22 al 24 de mayo en La Casa Encendida. Madrid.www.nbprojects.nl. Una velada de música de cámara. Philip Glass y Tim Fain. 29 de mayo. Teatro Auditorio Ciudad de Alcobendas. www.madrid.org/fo

Escenas de &#39;Interior Drama&#39;, de <i>2: Dialogue with Lucinda </i>coreografía de Nicole Beutler, y de <i>Kolbebasar,</i> de Ángels Margarit.
Escenas de 'Interior Drama', de 2: Dialogue with Lucinda coreografía de Nicole Beutler, y de Kolbebasar, de Ángels Margarit.ANJA BEUTLER

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