Un informe universitario subraya la peligrosidad sísmica de La Vega Baja
Es conocido como terremoto de Torrevieja pero la localidad más afectada fue la vecina Almoradí, donde murieron casi 200 personas. Ocurrió en 1829. La localidad aprendió de la tragedia y se reconstruyó mejor preparada para futuros seísmos, con calles anchas y edificios bajos. La prudencia fue buena consejera de los dirigentes políticos de entonces, ya que un estudio hecho público ayer de la Universidad de Alicante (UA) subraya la consideración de La Vega Baja como zona de máximo riesgo sísmico de la Comunidad Valenciana. El análisis, además, ha incluido como novedad el "efecto de suelo", que implica que dependiendo de las características del suelo se pueden amplificar las ondas. Esta consideración aumenta la intensidad de las sacudidas producidas por los seísmos en La Vega Baja alrededor de 0,6 puntos. Es decir, eleva la intensidad de las sacudidas que produjeron los seísmos en la comarca.
Junto a esta zona, el norte de la provincia de Alicante y el sur de la de Valencia también son consideradas de especial riesgo sísmico. Las tres áreas se recogen en el Estudio de Peligrosidad Sísmica de la Comunidad Valenciana, elaborado sobre una escala de intensidad del I al XII (el terremoto de Lorca, por ejemplo, se situaría en una escala de seis, según José Juan Giner Caturla, director de la Red Sísmica de la UA y responsable del equipo que ha realizado este informe).
El informe de la UA analiza el territorio autonómico y también las zonas limítrofes en un entorno de hasta de 100 kilómetros.
El proyecto recopila 115 movimientos sísmicos documentados de niveles VI a X, es decir, de importancia, ocurridos en la Comunidad Valenciana a partir de 1396 y que se han logrado documentar a través de archivos municipales, archivos parroquiales o correspondencias privadas. Ese año se registró un seísmo de importancia en Tavernes de La Valldigna. Pese a ello, el documento menciona también que el seísmo más antiguo de los documentados en el territorio autonómico se registró en Orihuela en 1048 y de él se tiene constancia gracias a la traducción de testimonios árabes.
Giner diferencia la escala de "intensidad" de la de "magnitud" (Richter, que es la utilizada en la actualidad para documentar la fuerza de un seísmo). El experto de la UA argumenta que la escala de intensidad usada en el estudio es subjetiva ya que "valora los efectos del terremoto y la forma en que es percibido por la gente: por ejemplo, cuántas personas sienten la sacudida, si los objetos se mueven o si se producen daños en los edificios". Los datos de magnitud son relativamente recientes y proceden de registros instrumentales desde que se empezaron a instalar equipos "por ello no son comparables con los obtenidos de fuentes documentales históricas que solo ofrecen información sobre los efectos observados, es decir, la intensidad".
Mitad norte, sin peligro
El índice de peligrosidad de la Comunidad Valenciana deja el riesgo en prácticamente inexistente a partir de la mitad norte de la provincia de Valencia. El riesgo es también muy bajo en la provincia de Castellón.
Por otro lado, hace apenas unos días, el Consell hizo público un documento en el que se recoge que 332 municipios de las provincias de Alicante y Valencia están obligados a elaborar planes especiales frente al riesgo sísmico. Esta cifra supone un incremento de 174 poblaciones amenazadas por potenciales terremotos, respecto a las incluidas hasta ahora en el protocolo del Consell.
La ampliación de las zonas de riesgo a la provincia de Valencia (Castellón permanece excluida) viene obligada por el cambio de normativa de la Unión Europea. El consejero de Gobernación, Serafín Castellano, señaló que la Comunidad Valenciana sigue situada en un área de actividad sísmica moderada a escala mundial y detalló que la zona suele tener seísmos de grado uno a grado seis.
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