Mejor si lo dejan solo
La moneda de Japón ha vuelto a la tierra, pero no sin un coste a largo plazo. El repunte del yen hasta un máximo histórico frente al dólar se debió probablemente a las apuestas de los especuladores sobre la respuesta del mercado al terremoto de la semana pasada. Sin embargo, la intervención envía un mensaje firme, y posiblemente equivocado.
El objetivo principal del G-7 al ayudar a Japón a atajar el alza repentina del yen fue el de reducir la volatilidad. Eso es bastante noble, aunque, como muchos exportadores se protegen frente a su exposición a los precios de las divisas, el coste de hacerlo aumenta mientras el yen da bandazos. La volatilidad implícita de las opciones dólar/yen en un mes repuntó hasta un máximo de dos años el 17 de marzo y disminuyó después de que el G-7 actuara de forma conjunta.
Pero la intervención también se produce porque se cree que el yen es demasiado fuerte. Muchos, y no solo en Japón, piensan que un tipo inferior a 80 yenes por dólar es demasiado caro. Allá por octubre de 2010, el Instituto Peterson, una autoridad en estos temas, dijo que el yen estaba sobrevalorado en un 9%.
Sin embargo, sobre la base de una ponderación según la balanza comercial, y ajustado a la inflación, el yen anterior al terremoto estaba simplemente en los niveles de 2008, según los datos de JPMorgan. Además, las medidas para la revalorización de la moneda siempre son subjetivas. La presión alcista puede decir tanto sobre los problemas estructurales como sobre la malformación de los precios del mercado. El actual superávit de la balanza de pagos japonesa, que probablemente alcance el 4% del PIB en 2011, es una poderosa fuerza que conduce a un yen más caro.
Mientras tanto, puede que se haya exagerado el efecto de la moneda sobre los exportadores. Aunque el yen se haya fortalecido, las quiebras empresariales en Japón han estado disminuyendo. Y aunque los fabricantes japoneses tienen capacidad disponible si se compara con los niveles medios desde mediados de la década de los setenta, esto puede ser simplemente una señal de que los exportadores prevén que el yen baje y por eso están aplazando los recortes necesarios.
Aunque la intervención del G-7 sea efímera, no es gratuita. La principal preocupación es que anime a otros a hacerlo. China es un infractor en serie en lo que se refiere a devaluaciones competitivas de la moneda y también afirma que su verdadero motivo es evitar la volatilidad. El G-7 puede sostener legítimamente que ha mitigado el impacto de un acontecimiento desastroso, pero es posible que también haya proporcionado una excusa para futuras guerras monetarias.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.