La ignominia
Esta no es la Europa que requiere la revolución que está teniendo lugar en el Magreb y Oriente Próximo. Al silencio y la parálisis con que se recibieron las manifestaciones que acabaron con las dictaduras de Ben Ali y de Mubarak, en Túnez y Egipto, se suma ahora la tibieza de la reacción contra la masacre perpetrada por el dictador libio Muamar el Gadafi. Cuando un tirano lanza tanques y aviones contra los ciudadanos que lo repudian, y entre los que los muertos se cuentan ya por centenares, resulta sencillamente ignominioso que se hable de contención en el uso de la fuerza.
Los de estos días no son los primeros crímenes que comete Gadafi, pero sí los que ha perpetrado de manera más impúdica. Frente a ellos, Europa se ha mostrado más preocupada por la manera de mantener a los libios encerrados dentro de sus fronteras que por apoyar a unos ciudadanos que han tomado la palabra, y se juegan la vida, para combatir una vieja tiranía.
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