Los emergentes son la salvación
El fuerte aumento del consumo en los países en desarrollo ayuda a las grandes economías a salir de la crisis
Los centros comerciales de São Paulo, Shanghái y Nueva Delhi están a rebosar los fines de semana. Familias enteras suben y bajan por las escaleras mecánicas y recorren largos pasillos en busca de productos que hace tan solo unos años ni siquiera soñaban con comprar. Ahora pueden hacerlo, y de paso ayudar a la recuperación de los grandes exportadores del mundo desarrollado, como Alemania, EE UU, Francia y Japón.
A pesar de que persisten las desigualdades, el histórico desequilibrio de ingresos entre países ricos y pobres está disminuyendo gracias al sólido crecimiento de las economías emergentes. El consumo ha dejado de ser cosa de estadounidenses, europeos o japoneses, y el relevo lo han tomado las clases medias de países como China, India o Brasil, que han notado mucho menos el impacto de la crisis e incluso han incrementado su renta disponible.
Las clases medias de China, India o Brasil no han sufrido el impacto de la crisis
Las exportaciones ayudan a las naciones ricas a sanear sus cuentas
¿Son estos nuevos consumidores la tabla de salvación de las economías desarrolladas? "Sin lugar a dudas", afirma Juan Iranzo, director del Instituto de Estudios Económicos (IEE). "Solo en Asia se incorporan al mercado 90 millones de nuevos consumidores al año, el equivalente a una Alemania entera. Este sí que es un cambio de modelo".
Pese a todo, Jonás Fernández, director del servicio de estudios de Solchaga Recio & Asociados, explica que los países desarrollados que mejor están aprovechando la situación en estos momentos son aquellos que exportan fundamentalmente bienes de capital, vía inversiones, más que los que venden productos de consumo. A medio plazo, subraya, el nivel de consumo en los emergentes aumentará significativamente, lo que sí traerá consigo más importaciones de bienes y servicios de consumo.
La vanguardia de estas nuevas economías son los países BRIC, acrónimo que agrupa a Brasil, Rusia, India y China. Entre los cuatro suman el 40% de la población mundial, más de la cuarta parte de la superficie terrestre y el 25% del PIB global. Para finales de la década, sus habitantes consumirán tanto como los estadounidenses. Tras ellos vienen los llamados N-11 (next eleven, u once siguientes: Bangladesh, Corea del Sur, Egipto, Filipinas, Indonesia, Irán, México, Nigeria, Pakistán, Turquía y Vietnam), todos ellos deseosos de hacerse con trozos del pastel cada vez más grandes.
El potencial de crecimiento de estos mercados es enorme. Mientras que el consumo privado supone más del 70% de la economía de EE UU, en China es apenas un 30%. Esa variable está creciendo entre un 15% y un 20% anual en los países BRIC y va a seguir haciéndolo al mismo ritmo en los próximos años.
Al analizar este fenómeno, Jim O'Neill, presidente de Goldman Sachs Asset Management y creador del término BRIC, decía recientemente, no sin cierta ironía, que, después de todo, no ha venido tan mal la crisis crediticia. "Las economías occidentales deben aprender a satisfacer esta demanda creciente en lugar de preocuparse por ella", opinaba en un artículo publicado en Daily Telegraph. O'Neill considera una "falacia" las afirmaciones de que China, India y otros estén creciendo a costa de robar puestos de trabajo a los países desarrollados. En apoyo de ese argumento, recuerda que China importó el año pasado 1,4 billones de dólares en bienes estadounidenses, y pronostica que, de mantenerse ese ritmo, el gigante asiático se convertirá en el mayor importador del mundo en cinco años.
China es ya es el mayor comprador de automóviles. Igual que sucede en los centros comerciales, los concesionarios de coches de muchos países emergentes no dan abasto con los pedidos de los clientes. China, por ejemplo, ya compra más coches fabricados por General Motors que EE UU, y es el tercer mercado para Mercedes. En India, la venta de unidades subió el año pasado un 57% con respecto a 2009. Esta semana, Toyota, primer fabricante mundial, anunció que las ventas en los países emergentes de Asia, que han crecido un 21% en los nueve primeros meses de su año fiscal, le permitirán compensar los pobres resultados de sus concesionarios de Japón y EE UU y cerrar el ejercicio con más beneficios de lo esperado. Lo mismo ocurre con las marcas de automóviles de lujo europeas. BMW, Mercedes y Audi han logrado sendos récords de ventas gracias a la popularidad de sus modelos entre los chinos, indios o brasileños más adinerados. Además de coches, estos nuevos consumidores demandarán en masa artículos de lujo y viajes. Los países que consigan atraer al turismo chino, indio o brasileño contarán con unos ingresos extra.
Juan Iranzo apunta otro beneficio para Occidente: si los países emergentes gastan más, tendrán menos dinero para prestar a los países ricos y disminuirá el déficit por cuenta corriente. "Algunos lo ven como algo malo, pero yo lo veo como algo bueno porque ayudará a reequilibrar nuestras economías", afirma el economista.
Pero del afán consumidor viene el gran peligro: la inflación. Para enfriar la economía, el Gobierno de Brasil anunció el miércoles que recortará unos 32.000 millones de euros, el 1,5% del PIB, en el presupuesto de 2011 ante las presiones inflacionistas y el miedo a la creación de burbujas. China ha subido los tipos de interés tres veces desde octubre, e India ha hecho lo propio.
En España, el crecimiento de las exportaciones compensó la debilidad de la demanda interna y permitió cerrar el último trimestre de 2010 con una ligera subida del PIB, del 0,2% respecto al trimestre anterior y del 0,6% frente al mismo trimestre de 2009. ¿Cómo puede el país beneficiarse de la nueva situación e incrementar exportaciones? Iranzo sostiene que el único modo es aumentar la competitividad, de ahí la importancia del debate abierto en el seno de la UE.
Jonás Fernández cree que el tirón de la demanda emergente estaría teniendo ya un reflejo directo en las ventas al exterior de España. "Con todo, nuestro perfil exportador no es tan de capital como el alemán, de modo que nos beneficiamos indirectamente del crecimiento de Asia y América Latina". Para España, opina Fernández, "sería importante revisar su estructura sectorial para rentabilizar mejor la recuperación de América Latina". -
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