Jiri Dienstbier, el deshollinador que fue ministro con Havel
El pasado sábado, 8 de enero, falleció en Praga el periodista y político checo Jiri Dienstbier, un hombre cargado de humanidad y simpatía, fiel a los principios del diálogo, la libertad y el entendimiento. Le conocí y traté durante mi época de embajador en la entonces llamada República Federativa Checoslovaca, donde serví entre los años 1988 y 1992. Tuvimos nuestro primer encuentro en la residencia de la embajada, adonde vino a almorzar con un grupo de disidentes, entre los que figuraba el que poco después se convertiría en presidente de la República, Václav Havel.
Dienstbier se ganaba entonces la vida como deshollinador. Había sido expulsado del Partido Comunista, en el que militaba desde 1958, por haber participado y apoyado las reformas de la Primavera de Praga. Fue luego de los primeros signatarios de la Carta 77, lo que le costó pasar casi tres años encarcelado (1979-1982). Su sentido del humor era notable, como lo era la perspicacia de sus observaciones sobre la situación política del país.
En 1989, cuando Havel asumió la presidencia de la República, fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores. El día de su nombramiento tenía compromiso en una casa praguense para limpiar la chimenea. Antes de desplazarse al castillo para el solemne acto de su toma de posesión, tuvo el detalle de excusarse con su clienta personalmente. Le llamó y le dijo: "Tendrá que perdonar que no vaya hoy a deshollinar su chimenea, pero me ha surgido a la misma hora un compromiso ineludible: voy a ser nombrado ministro de Asuntos Exteriores de la República". Imagino la cara de la buena dama.
En el año 1991, le acompañé a Santander, adonde habíamos sido invitados los dos por Miguel Ángel Aguilar a participar en un interesante seminario en la Universidad Menéndez Pelayo que analizaría los cambios en la Europa del Este.
El alcalde de la ciudad nos invitó a asistir a una corrida de toros, tema sobre el que habíamos hablado en diversas ocasiones. Le extrañaba mi afición a la fiesta y no entendía ni compartía mi punto de vista. Fuimos con su jefa de Gabinete, una joven diplomática checa que vino un poco a remolque porque anticipaba que ese espectáculo no iba a gustarle. Disfrutamos del privilegio de instalarnos los cuatro en una barrera del callejón.
Después de los tres primeros toros, la descomposición de la cara de la joven checa era evidente, como lo eran sus evasivos gestos para ver lo menos posible de lo que ocurría en la arena. Aprovechando esta situación, el ministro me dijo que iba a acompañarla al hotel y se quedaría allí. Tres toros le sobraron. De camino al hotel, en el coche, me dijo: "Usted me dijo que tanto el toro como el torero asumían un riesgo de muerte, cierto el uno, incierto el segundo". "Es correcto", le contesté. Y añadió entonces: "Sí, pero es un juego en el que no existe fair play en absoluto. Y en cualquier pelea, el fair play es fundamental". "¿Por qué dice eso?", le pregunté. "Porque al torero no le pican ni le ponen esos palitos de colores", respondió.
No vio cumplidos sus sueños de libertad y democracia a plenitud. El recorrido del país no fue el que él esperaba, como me dijo años después. Muchas ilusiones se habían frustrado, muchos sueños se desvanecieron.
Imagino que, de todas formas, moriría con una sonrisa en los labios. Descanse en paz.
José Luis Dicenta fue embajador en Praga y es secretario general de la Unión Latina.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.