La nueva vida de las cajas
El sector comienza el año con la puesta en marcha de los SIP y las fusiones
Ayer, 1 de enero, comenzaron a tener vida propia los SIP (Sistemas Institucionales de Protección), esa fórmula que se inventó el Banco de España para impulsar la reestructuración del sector de las cajas de ahorros y que permite su conversión en bancos. Durante 2010 se desencadenó el proceso, creándose cinco SIP que involucran a 22 entidades, más o menos la mitad de las que existían antes de iniciarse. A ellos hay que añadir las integraciones de cajas que han optado por la fusión directa y que afecta a 16 cajas más. Al margen han quedado cinco, aunque están abiertas a entrar en acción. De momento, son 17 las entidades de ahorro que comienzan esta nueva vida.
El proceso ha sido rápido -en la anterior reorganización sectorial acontecida en los noventa se tardó más de cuatro años y se pasó de más de 70 cajas a 45- y ha cumplido las exigencias de última hora del gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), de dejarlo todo arreglado antes de fin del año. El mecanismo se puso en marcha a tiempo. Sin embargo, acaban de empezar, y para ser operativos de verdad y funcionar como una sola entidad necesitan rodaje.
Es decir, todavía se deben cohesionar todos los departamentos, completar la integración tecnológica y digerir el inevitable cierre de oficinas y ajuste de plantillas. Entre otras cosas, debe facilitar el uso de los cajeros de las distintas cajas sin coste alguno y convertir en clientes propios a los de las cajas aliadas bajo el paraguas del nuevo banco que se crea al amparo del SIP.
La creación de bancos, además de la permanencia de 10 años en los SIP so pena de fuertes multas, fue una de las condiciones para su constitución. El reglamento lo denominaba "instancia central" que vele por las entidades que lo forman, que se encargue de cumplir los requerimientos regulatorios y canalice la información. Este paso conforma, posiblemente, el cambio más revolucionario de esta reorganización sectorial. De momento, esos bancos son un ente virtual que no tiene oficinas y, en muchos casos, ni nombre comercial. Pero están llamados a ejercer un papel fundamental en el futuro con la posibilidad, además, de salir a Bolsa, con todos los efectos mercantilistas que eso lleva consigo.
De hecho, La Caixa, principal caja de ahorros que no está inmersa en ningún SIP, ya ha reconocido que analiza su conversión en banco y la posibilidad de cotizar, como hace su filial Criteria. Y todos los SIP, empezando por el que encabezan Caja Madrid y
Bancaja, lo contemplan en los folletos presentados en la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
En medio de todo este batiburrillo se respeta el concepto de obra social, seguramente la seña de identidad más característica de las cajas de ahorros. La obligación de las cajas es destinar al menos el 50% de sus beneficios a reservas, mientras queda como voluntaria la aportación a la obra social. En el caso de los SIP sigue igual, de manera que el nuevo banco debe centrarse en gestionar el negocio y las cajas integradas se encargarán de sus respectivas obras sociales, financiándolas con los dividendos que obtengan como accionistas del banco. Es decir, las entidades continuarán con la filosofía de apoyo a sus comunidades en materia cultural, educacional y asistencial, aunque seguramente dando prioridad en los próximos años y mientras dure la crisis a esta última sobre las otras.
Por otro lado, una de las tareas más difíciles de consensuar es la elección de una denominación. De momento, de los cinco SIP solo el de Banca Cívica (Navarra, Caja Sol, Burgos y Canarias) parece ser definitivo, mientras los provisionales Mare Nostrum (Murcia, Granada, Sa Nostra y Penedés) y Banco 3 (CAI, Badajoz y Círculo) dan vuelta a varias alternativas, al igual que los formados por Caja Madrid, Bancaja, Ávila, Segovia, La Rioja, Insular y Laietana y el de CajAstur, CAM, Extremadura y Cantabria.
En las fusiones ya funcionan las dos alianzas tripartitas catalanas Unnim y Catalunya Caixa; las gallegas han elegido un acertado Nova Caixa Galicia y las castellanoleonesas no se deciden, aun teniendo dos de los mejores nombres (España y Duero). La Caixa, cuya marca es la más conocida, no sufrirá cambios, al igual que Unicaja y BBK, a no ser que entren en nuevos episodios con Ibercaja, la primera, y las otras vascas (Kutxa y Vital), la segunda.
Coincidencias en la cúpula patronal y las cajas
Probablemente, Juan Rosell no ha reparado en ello, pero se da la circunstancia de que de los ocho vicepresidentes que ha nombrado en la CEOE, dos son miembros del Consejo de Administración del SIP que encabezan Caja Madrid y Bancaja. Se trata del flamante vicepresidente primero, Arturo Fernández, presidente además de la patronal madrileña CEIM, que ya figuraba en el consejo de Caja Madrid, y de Rafael Ferrando, presidente de la patronal de la Comunidad Valenciana (Cierval), que accedió a través de Bancaja. Si a ello se añade la estrecha relación que tiene Jesús Serafín Pérez con el presidente de dicho SIP, su paisano Rodrigo Rato, y la cercanía del propio Rosell a La Caixa -es consejero de su filial inversora Criteria-, se concluye que el mundo de las cajas no está nada mal guardado en la cúpula patronal.
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