Rafael Fernández, ex presidente de Asturias
A veces es fácil reconocer la forma circular que tiene la historia. Así ocurrió con Rafael Fernández, el que fue en 1978 primer presidente de la Asturias posfranquista, en un breve periodo que culminó con las primeras elecciones autonómicas en el Principado, en 1983. Fernández, que falleció el 17 de diciembre en su domicilio de Oviedo a los 97 años, había vuelto del exilio en México, casi a la edad de la jubilación (con 63 años), porque Felipe González le pidió en 1976 que lo hiciera. Se reincorporó a la actividad política como dirigente de la Federación Socialista Asturiana. Dos años después, Adolfo Suárez le encomendó la formación del primer Gobierno de Asturias de la Transición, el Consejo Regional de Asturias.
"A mí, la responsabilidad de lo que sucedió en el 36 siempre me mortificó", declaró a La Nueva España en 2007. "Y creo que fue esa responsabilidad la que me decidió, tal vez valorándome en exceso, a regresar a España para aportar mi granito de arena con el fin de lograr que se estableciera la concordia". Para ello, contó para el Consejo con los cuatro principales partidos, el PSOE, en el que militaba desde los 17 años; UCD, AP y PCE. "Fue el Tarradellas de Asturias", lo definió el escritor y periodista Juan de Lillo, autor del libro-entrevista Rafael Fernández, testigo de Asturias (1983).
Rafael Fernández nació en Oviedo, el 13 de septiembre de 1913, hijo de un obrero de la Fábrica de Armas y de una mujer que servía comidas en la plaza de El Fontán, como informa Efe. Estudió Derecho en la Universidad de Oviedo y Economía Política en Bélgica. Con 17 años se afilió a las Juventudes Socialistas, y llegó a ser su secretario general en 1932.
Durante la Guerra Civil formó parte del Comité Provincial del Frente Popular en Asturias, constituido en Gijón en septiembre de 1936, responsabilizándose de la Consejería de Hacienda. Aislados de la capital, un Madrid acosado por las fuerzas de Franco, ese comité se transformó en el Consejo de Asturias y León, un Gobierno prácticamente independiente.
Fernández recordaba en el libro de Lillo "ese estado de aislamiento, la imposibilidad de conectar con el Gobierno central, y, como consecuencia, la necesidad de arbitrar una fórmula legal que nos permitiera tomar decisiones". En aquella tensa reunión de lo que ya nunca volvería a ser el Comité, sino el Consejo Soberano, un adversario estuvo a punto de partirle una silla en la cabeza porque Fernández se negaba a la declaración de soberanía: "El nacimiento de un cantón en Asturias habría significado la ruptura con el Estado y quedar al margen de toda legalidad constitucional y del apoyo internacional".
Mientras las tropas nacionales avanzaban hacia Gijón, aquel 24 de agosto se constituyó el Consejo, en el que se hizo cargo de Justicia y Orden Público. "Después supe que Indalecio Prieto calificó de disparatada la decisión y que Azaña llamaba al Consejo 'el gobiernín", recordó en el libro.
Casado ya con Purificación Tomás Vega -secretaria de la ejecutiva femenina de las Juventudes Socialistas e hija del socialista Belarmino Tomás- tras la derrota militar de la República, salieron hacia Francia y Barcelona. El primero de sus cinco hijos murió en la larga caminata por los Pirineos, en Coulliere, a los 20 días de nacer. Poco después se exiliaron en México, donde se construyó una vida como empleado de seguros. Cuando ya casi iba a retirarse, volvió a España. "Regresó con espíritu de conciliación al principado", afirmó De Lillo, "era un hombre que sabía de la época más turbulenta de España y del disparate de la guerra".
Aquí fue más tarde senador por Asturias. Su primera mujer falleció en 1990. Casado después con Belén Torrecillas, ambos cuidaron de su hijo Víctor Manuel, con un 95% de discapacidad, aunque al final fue ella quien cuidaba de ambos, pues Fernández padecía alzhéimer, la enfermedad del olvido. Los asturianos nunca le olvidarán a él. Como Francisco Álvarez-Cascos, ex ministro de Fomento, que ha dicho que fue "un leal servidor de su país y un auténtico patriota asturiano" en un artículo publicado en El Comercio, titulado Rafael Fernández, el presidente de la concordia.
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