Una novela-baraja
A pesar de que su amigo Tito Monterroso hizo correr el rumor de que Max Aub tenía encerrado, en el sótano de su casa mexicana, a un escritor judío, traído engañado de Europa, al que le forzaba a escribir con la amenaza de que los nazis habían ganado la guerra; y que, luego, se apropiaba Max Aub de esos textos para publicarlos, lo cierto es que todo lo escribió él. Todo, entre bromas y veras.
Nacido en París en 1903, hijo de padres judíos, él alemán, ella francesa, venida la familia a España huyendo de la Gran Guerra, español por hacer aquí -en Valencia, y se es de donde se hace el bachillerato, esa frase suya- sus estudios primarios, republicano, socialista, trasterrado, prisionero en arenas de concentración en Francia, refugiado en México (y con la nacionalidad mexicana murió en 1972), Max Aub escribió -y jugó- mucho sobre la identidad.
Juego de cartas
Max Aub
Cuadernos del Vigía. Granada, 2010
109 páginas (108 naipes con texto y un comodín con el pie de imprenta). 50 euros
Según qué naipe salga puede ser una cosa u otra. Y el intercambio epistolar, el barajar, confunde o aclara
Un día de mayo de 1962, en su casa de DF, aprovechando que tenía cerca a Jusep Torres Campalans -en redonda si hablamos de ese pintor cubista catalán, amigo de Picasso; o en cursiva, si nos referimos a su novela, ficción, o a su biografía, relato real; valen ambas-, se le ocurrió hacer un juego de cartas: el texto, él; los dibujos, Campalans. Un juego de cartas, sí, porque cartas son, de las de ponerles sellos, y cartas son, naipes -si les das la vuelta- de una baraja, 108 naipes, con sus correspondientes comodines o jokers, naipes mezclados de las barajas española y francesa.
Una baraja para jugar y para leer, y avanzar por el laberinto de la vida de Máximo Ballesteros -todas las vidas esconden un as, o varios, en la manga-. Gana el que más sepa o más se aproxime a hacerse una idea de quién fue el tal Máximo, un canalla, un mujeriego, un don nadie, un buen marido, un buen amante, un buen amigo. Qué. Según qué naipe te salga puede ser una cosa u otra. Y el intercambio epistolar, el barajar, confunde o aclara. Así son las vidas, mosaicos que pueden descubrir una imagen u otra si se acierta o no con las teselas, un puzle complicado, quizás, o no tanto. ¿Se suicidó, lo mató su mujer, muerte natural? ¿Respetó a su mujer, la padeció? ¿Encontró consuelo entre otros brazos? ¿Supo estar a la altura que se esperaba de él? ¿Le buscaban las mujeres, las acosaba él? ¿Quién fue, en fin, Máximo Ballesteros, un personaje menor, tal vez, de la excelente Galería de Personajes inventados por Max Aub?
Muy (re)editado en España, faltaba esta rareza bibliográfica, este juego de cartas que escribió -y pintó- Max Aub, aparecido en 1964 en México, editado por Augusto Finisterre, un español exiliado, quien inventó el futbolín en el Frente de la Sierra de Madrid y con quien, por esta colaboración, tuvo sus más y sus menos Max Aub. Tal vez por eso ha tardado casi cincuenta años en llegar esta baraja, este juego de cartas, hermosa y cuidadosamente preparado por una pequeña editorial granadina. Una joya.
También se han editado las Obras completas de Max Aub. Volúmen V-A (El laberinto mágico III. Campo Francés) y el Volúmen V-B (Manual de historia de la literatura española). Generalitat Valenciana-Biblioteca Valenciana-Diputació de Valencia.
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