_
_
_
_

"Si no vuelves, mato a tu padre"

El acusado de matar a su suegro de un tiro en la cabeza negó los hechos

"Me llamó y me dijo que me daba tres días, que si no volvía con él mataría a mi padre. Le dijo que no. Vino y lo mató". Luisa Heredia explicó el contenido del último contacto telefónico que tuvo con su ex marido, Antonio Santiago Santiago, acusado de matar a su padre, Rafael Heredia de un disparo en la cabeza. El procesado la escuchó rodeado de siete policías, como estuvo toda la sesión del juicio. Y replicó. Se insultaron. Se desafiaron. Y provocaron la intervención del tribunal en varias ocasiones. Luisa llegó y a la pregunta: "¿Era usted cuando ocurrieron los hechos la mujer del acusado?". Ella respondió que entonces sí pero "ahora soy de otro". Eso enfureció a Antonio Santiago. Pero lo hizo aún más el momento en el que ella explicó que en 2008 se tuvo que ir a vivir con sus padres porque "me maltrataba a mí y a mis hijos". Él, que declaró sin esposas porque la sala, a pesar del riesgo advertido por Fiscalía y las fuerzas de seguridad, así lo consideró, se revolvió y empezó a gritar que no podía soportar que ella dijera eso: "Mis niños son lo que yo más quiero". El escaso público, familiares de la víctima, comentaba las afirmaciones del imputando, provocando advertencias de la funcionaria de la sala. La declaración de Luisa, sobre el momento de los hechos, coincidió con la de las otras dos testigos: la mujer de la víctima y la sobrina.

El 1 de mayo de 2008 Antonio Santiago llegó en coche a casa de Rafael Heredia, en el número siete de la calle de Vicenta Salcedo. Se bajó con una escopeta en la mano. "Ahora te mato a ti" le dijo a Cecilia, su suegra. Ella entró en la casa a esconderse. Lo hizo en el baño. Él la buscaba dando patadas a las puertas. Entre tanto, Milagros, la sobrina, gritaba "tío, tío, que la mata". Y Rafael Heredia, que estaba en un bajo enfrente, cruzó la calle, entró con el hierro de subir y bajar una persiana, se escondió tras la puerta de la primera habitación de la vivienda. Fue justo donde entró Antonio Santiago antes de abandonar la casa. Le disparó un tiro que, según la autopsia, le reventó la cabeza, le hizo saltar el globo ocular. Se fue. Y en la calle le oyeron decir: "Ya lo he matado y no va a dar más guerra". Él contó que la escopeta la tenía Cecilia, que forcejearon, que se disparó y que asustado se marchó sin saber siquiera que había alcanzado el tiro a alguien. La Fiscalía pide para él 28 años de prisión. La acusación particular, dos más.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_