El 'lobby' del buen rollo
Sobornos, intrigas y manejo político. La palabra lobby (grupo de presión político) está cargada de connotaciones negativas y corruptelas. Pero si, de repente, se añade el concepto bicicleta, parece que se transforma en un mundo de sostenibilidad, buenas intenciones y medio ambiente.
La Federación Europea de Ciclismo (ECF) es, quizá, el lobby más buenrollero e informal del mundo: ejerce influencia en vaqueros y velocípedo. Eso sí, maneja un millón de euros donado principalmente por empresas del sector. Todo para que tú vayas en bici.
"El número de ciclistas aumenta con el tiempo y los políticos tienen que reaccionar. Nosotros, con nuestras relaciones en las instituciones europeas, somos la voz de esas personas". Así resume Raimund Stabauer, representante de la ECF en Bruselas,
la inspiración de su agrupación.
Son ambiciosos, mueven sus hilos en la capital política de Europa. Reducción del IVA para comprar bicis, peajes para acceder al centro de la ciudad, subvención de frenos de disco o promoción de leyes prociclistas son medidas que intentan implantar.
Un millón de bicis más en 2015: este es uno de los objetivos concretos del grupo de presión para España. "El movimiento en la Península está viviendo uno de sus mejores momentos. Con el Proyecto 1.000.000 queremos aumentar en un 50% el número de ciclistas", explica Haritz Ferrando, uno de los cabecillas de la campaña.
En nuestro país, 23 millones de personas tienen una, según el Barómetro anual de la bicicleta 2009. De ellos, solo dos millones la usan a diario. Quieren cambiar eso y que sean tres millones. La dinámica es clara: si hay más bicis, habrá más gastos en repuestos.
Shimano, la empresa líder en cambios de marcha, se frota las manos. Y como ella, Treck, Orbea, Decathlon, SRAM o cualquiera de las más de 60 organizaciones que apoyan a la ECF.
Un lobby que tiene un vehículo con pedales por bandera no es de lo más común. El del petróleo, por ejemplo, mueve una cifra opaca de cientos de millones de euros. En Estados Unidos dona cantidades considerables a demócratas y republicanos —sobre todo, a republicanos— durante las campañas electorales, favorece estudios que niegan el cambio climático o es relacionado con la mafia de las emisiones de efecto invernadero. Vamos, un cielo de agrupación. Y solo es una.
Esos grupos de presión política mueven solo en América 2.610 millones de euros, según el centro de responsabilidad política adscrito al Senado. Sus representantes van en Mercedes, Audi o helicópteros. Los representantes de la ECF tienen que conformarse con un milloncejo de euros al año y, como mucho, llegar al curro en una bicicleta BMW.
"No somos, ni seremos, tan fuertes como otras agrupaciones que intentan influir en política, pero el ciclismo es una buena solución a nuestros problemas de tráfico y polución. Poco a poco, los políticos lo entienden y por eso nos apoyan. Más bicis implica menos tráfico", añade Bernard Ensik, secretario del lobby de los pedales.
Poco dinero y buenas intenciones mezcladas con política.
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