Vigo borra el penúltimo símbolo del franquismo
Caballero esquiva la petición de retirar la cruz fascista de O Castro
La Casa das Artes de Vigo será "de una vez por todas, símbolo de la libertad y la democracia" dentro de un mes, cuando concluyan los trabajos de eliminación del escudo franquista y las inscripciones del frontispicio (Año de la Victoria, Annus Domini MCMXXXIX) que comenzaron ayer. Así lo destacó el teniente de alcalde vigués, el nacionalista Santiago Domínguez, en el acto de inicio de esos trabajos. Es el penúltimo símbolo franquista por retirar. La cruz de O Castro, el más ostentoso de todos ellos, sigue incólume. Domínguez aseguró ayer que si dependiera del BNG, "ya no estaría ahí". Pero el alcalde, el socialista Abel Caballero, ni siquiera se presta a hablar de ello.
Domínguez explicó que "es preciso restituir la memoria y la imagen de las instituciones públicas para que nunca más apelen a una época tremendamente oscura". En la Casa das Artes se picarán los relieves del escudo e inscripciones y se conservarán las dos figuras humanas alegóricas que las acompañan. El vaciado será restituido con piezas similares, recuperadas de demoliciones de edificios de la misma época y con una fábrica de piedra de la misma cantería. Y se aprovechará para limpiar toda la fachada, con un gasto algo superior a los 43.000 euros.
El alcalde no recibe ni responde a la asociación local de memoria histórica
Apenas quedan ya símbolos franquistas en las calles de Vigo, salvo en algunas iglesias. Una entrevista del alcalde con el anterior obispo de Tui-Vigo permitió encauzar la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica en ese sentido sin mayores traumas ni alharacas. Menos en O Castro, de cuya cruz Caballero no quiere ni hablar. Ayer, tampoco, a petición de este periódico.
La cruz, de 12 metros de altura, fue erigida en las faldas de O Castro, dominando sobre la ciudad, por iniciativa de la Jefatura Local de Falange en 1959. Dos años después, la inauguró Franco, quien había ordenado a raíz de su victoria en la Guerra Civil -o Cruzada de Liberación Nacional, como se reconoció entonces- que se levantaran por toda España cruces con "la grandeza de los monumentos antiguos", que desafiaran "el tiempo y el olvido". La de Vigo, con la demora, añadió un homenaje específico a la División Azul que combatió al comunismo con el ejército nazi en las estepas rusas. Pero en el mismo monte de O Castro habían sido fusiladas por el franquismo 136 personas.
Durante su primer mandato, el alcalde socialista Manoel Soto retiró del monumento la simbología fascista para extender el homenaje de la cruz a todos los caídos en la Guerra Civil. Fue un gesto de buena voluntad, aislado y descontextualizado -un remedo para superar la insoslayable presencia de la cruz frente al ayuntamiento, ya democrático- y que tampoco pudo borrar la memoria genuina del origen del monumento ni las heridas latentes en las víctimas. Hasta que llegó la Ley de la Memoria Histórica y el subsiguiente comportamiento enigmático de Abel Caballero, que no dice nada respecto a la cruz -"sin comentarios", ha repetido cuando se le ha preguntado-, pero que a su vez ha prodigado los esquinazos a la Asociación Viguesa pola Memoria Histórica do 36, que pugna por el cumplimiento de esa ley y a la que él mismo reconoció como viguesa distinguida en 2007. No se entiende.
Caballero creó un Consello da Memoria que nunca ha sido convocado, pese a solicitárselo la citada asociación, a la que no recibe ni contesta a sus cartas o propuestas, incluidas las de organizar charlas por los institutos o permitirle exponer sus argumentos al pleno municipal.También ignora las más de 4.000 firmas que ha presentado solicitando la retirada de la cruz, que "ni es monumento que esté catalogado como bien artístico ni está en terreno eclesiástico, sino municipal", dice Telmo Comesaña, portavoz de la asociación, "por lo que podría retirarse en mero cumplimiento de la ley".
"Es lamentable, e ignominioso, que lleguemos a estos extremos con un alcalde y un partido que se dicen socialistas", añade Comesaña. "Es una cruz que honra un genocidio, y tenemos el derecho y el deber de erradicarla. Somos tenaces y, si hace falta, lo llevaremos al fiscal".
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