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Reportaje:EUROPA DEL ESTE, RUSIA Y TURQUÍA

Una carrera de obstáculos

Cristina Galindo

Encajonado entre los nuevos gigantes asiáticos y la vieja Europa, el antiguo bloque comunista del Este ha logrado consolidar durante la última década algunos de los avances económicos acometidos tras la caída del muro de Berlín, pero no ha logrado colarse de forma estable en el grupo de cabeza de los mercados emergentes. Todavía más al este, Rusia, entregada al capitalismo salvaje, ha mantenido la dependencia en la energía para crecer. Desde Praga hasta Moscú, hay un punto en común: la mayoría de los países han capeado la gran crisis económica mejor de lo que se esperaba.

Cada vez es más difícil hablar de Europa del Este como una unidad: los avances han sido desiguales y poco tiene que ver Eslovenia, que ya supera en riqueza por habitante a Portugal, con Bulgaria, el país más pobre de la UE. Si los años noventa fueron los años de la profunda transformación del comunismo a una economía de mercado, la última ha sido una década de consolidación política y económica y de avances hacia la modernización.

Los avances son desiguales: poco tiene que ver Eslovenia con Bulgaria

Gracias a la inversión extranjera, atraída por costes laborales inferiores, países como Hungría, Eslovaquia y Rumanía se han convertido en centros de producción para el automóvil, mientras el desarrollo de infraestructuras ha permitido acercar el antiguo Este a Occidente. El momento clave fue la entrada de estos países en la UE en 2004 y 2007. Para lograr el ingreso, se aceleraron las reformas, aunque los expertos coinciden que, tras conseguir el objetivo, muchos nuevos socios bajaron el ritmo en los cambios para seguir creciendo y modernizar sistemas de pensiones, sanitarios y fiscales obsoletos, y avanzar con las privatizaciones.

Lo cierto es que no se ven agresivos tigres en el Este. Polonia, la mayor economía de la zona, podría haberlo sido. Los expertos coinciden en que para ello el país necesita mejorar su red de carreteras, que sigue siendo una de las más viejas de la UE, y reducir la burocracia. Ese ha sido uno de los motivos por los que la inversión extranjera ha sido inferior en Polonia que en otros países emergentes de la región.

El Este corre el riesgo de perder el tren de los emergentes, según ha advertido el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo. Este organismo recuerda que durante los últimos 10 años, algunos de los países de la zona no han conseguido eliminar algunas lacras de la herencia soviética y siguen con políticas energéticas obsoletas y sin diversificar sus economías, lo que provoca dudas entre los inversores extranjeros. Además, la emigración de cientos de miles de trabajadores en busca de mejores trabajos a otros países de la UE ha creado un problema de escasez de mano de obra cualificada en estos países.

Aparte de las reformas pendientes, la región ha conseguido salvar la crisis económica que estalló en 2008 mucho mejor de lo esperado en un principio, según resaltaba recientemente The Economist. Cierto es que algunos países están pasando apuros, como Rumanía y Hungría, y han necesitado ayuda exterior. Pero el conjunto ha tenido una reacción bastante positiva. En la última década, el saldo es relativamente bueno: con crecimientos acumulados del PIB del 48% en Rumanía, el 45% en Polonia y el 36% en la República Checa, según el FMI. Hungría ha sido una de las economías que menos ha crecido: un 22%.

Mientras tanto, Rusia ha cerrado la última década con la prueba de que debe replantearse el modelo de crecimiento desarrollado durante los últimos años, basado en los elevados precios del petróleo y el gas, cuyos ingresos representan un 20% del PIB. Tras superar la dura crisis financiera de 1998, la cuna del comunismo creció a un ritmo anual del 7% de media y se convirtió en uno de los paraísos de la inversión extranjera. Así, la economía rusa ha pasado de ocupar el puesto 19º de la clasificación mundial en 2000 al 10º este año, según el FMI.

La última crisis ha hecho caer en picado la inversión y los precios del petróleo, y Moscú mira ahora hacia el futuro con un objetivo: modernizar su economía, dando más peso a las nuevas tecnologías. Sin embargo, los expertos resaltan que esos planes no se han concretado con suficiente claridad. Además, pese a los avances, Rusia no ha conseguido librarse de tres importantes lastres: la corrupción, la burocracia y la arbitrariedad a la hora de aplicar la ley.

La inversión extranjera también ha sido clave en el auge de Turquía. El país consiguió salir en 2001 de una crisis que se llevó por delante a otros emergentes, y el inicio en 2005 de las negociaciones formales para la entrada en la UE supuso una llegada de capital significativa. Ahora, Turquía es el país que más crece de la OCDE y, para muchos expertos, una verdadera potencia emergente. -

Empleados de la fábrica de Volkswagen en Bratislava (Eslovaquia) ensamblan un Audi Q7.
Empleados de la fábrica de Volkswagen en Bratislava (Eslovaquia) ensamblan un Audi Q7.BLOOMBERG

Paso adelante

- Europa del Este ha logrado avances, pero no ha conseguido situarse entre los países emergentes punteros de forma estable.

- El papel de la inversión europea, aprovechando sus bajos costes laborales, y la integración comunitaria han sido decisivos.

- La economía de Rusia ha pasado del puesto 19º al 10º de la clasificación mundial en diez años.

- Turquía se consolida como potencia emergente.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.
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