Zapatero intenta zanjar las dudas de Mitsubishi sobre la planta de Vigo
Los problemas de suelo, último escollo para cerrar una inversión de 500 millones
Al margen de los esfuerzos por traer a Vigo la Agencia Europea de Pesca, pocas veces la ciudad se ha visto apoyada por un presidente de Gobierno en un gran proyecto. Ayer fue uno de esos escasos días. José Luis Rodríguez Zapatero concluyó su viaje oficial a Japón convencido de haber cumplido sus objetivos, aunque sin arrancar del consorcio liderado por Mitsubishi un compromiso inequívoco sobre la instalación de una fábrica de baterías en Vigo.
Lo máximo que pudo explicar ante los periodistas es que se siente "optimista" por la posibilidad de que la empresa nipona desembarque en la Plataforma Logística de Salvaterra (Plisan). El objetivo lo merece: la planta que se disputan España y Austria será la más grande de Europa, con una inversión de 500 millones de euros que propiciará la creación de 1.000 puestos de trabajo directos. En definitiva, el respaldo definitivo a la industria del automóvil gallega y una garantía para que PSA Peugeot Citroën siga fabricando en Balaídos.
En Tokio, donde fue recibido en audiencia por el emperador Akihito, Zapatero se reunió con un nutrido grupo de empresarios miembros de la patronal y mantuvo una entrevista con el presidente de honor de Mitsubishi, Mikio Sasaki, a quien insistió el interés de España por el proyecto de la fábrica de baterías de litio. Para dejar claro que el Gobierno respalda sin fisuras el proyecto, Zapatero tomó el tren bala hasta Kioto para visitar la fábrica de Yuasa, empresa asociada con Mitsubishi para la fabricación de las baterías. La corporación, dijo Zapatero, todavía tiene que analizar una serie de factores técnicos, pero las perspectivas "son buenas". Entre esos factores están las dudas sobre el suelo industrial.La ministra de Economía, Elena Salgado, insistió pocas horas después, en una entrevista en la Cadena SER, que el Gobierno trabaja "para que esa decisión se convierta en una decisión confirmada". "Desde luego, tenemos condiciones para que esa fábrica se instale en España, uno de los países que más apuesta por el vehículo eléctrico", señaló. Pese a las presiones, los japoneses meditarán su decisión durante un mes, al menos, conscientes de que se juegan mucho en el proyecto, que necesita 200.000 metros cuadrados de suelo. En ellos reside uno de esos "factores técnicos" de los que hablaba el presidente Zapatero. La Xunta lleva un año en conversaciones con el consorcio Mitsubishi, Yasa y Magna para convencerlos de la idoneidad de Galicia.
Pero la plataforma logística de Salvaterra, el supuesto mayor parque industrial de la comunidad, lleva ocho años tramitándose sin que por ahora se pueda hablar de una disponibilidad de suelo inmediata. La Xunta, el Puerto y la Zona Franca, los tres promotores, cierran filas diciendo que trabajan para garantizar que esté disponible, pero sin explicar cómo sortearán la anulación del plan sectorial que permitió crear el polígono y que, ahora, en el proyecto de nueva creación prescinde ya de 160 hectáreas. Además, el suelo que pertenece al puerto de Vigo está, por ahora, inservible por la acumulación de lodos. La fábrica necesita el 5,2% del total de la superficie industrial "disponible" en un proyecto planteado en dos fases, con 100.000 metros cada una.
Otro de los contratiempos, el que más recuerdan los políticos del PP, está en que Abel Caballero, alcalde de Vigo, rompió el pacto de confidencialidad que exigían las multinacionales sobre su plan al anunciarlo a principios de verano. Un trabajo en los despachos que inició el Clúster del Automóvil con el respaldo del fabricante francés y que luego continuó en la Xunta y en el Ministerio de Industria. Pero fuentes cercanas a la negociación admiten abiertamente que ignoran "lo que se cuece en Japón".
El propio alcalde de Vigo se mostró precavido al admitir que la decisión está en el aire. Incluso le lanzó flores a PSA, cuyo director no ha disimulado su malestar por la indiscreción del regidor: "Han presentado un planteamiento magnífico". La Consellería de Economía, dirigida por Javier Guerra, también reivindicó su protagonismo recordando que ha cumplido con el pacto de confidencialidad de forma "escrupulosa" para "no dificultar el éxito de la operación".
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