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DIRECTIVOS

Presten atención

Dar más voz y voto a los accionistas no los hace necesariamente más hostiles. La Comisión del Mercado de Valores tiene previsto votar la próxima semana si permite que los inversores puedan impugnar más fácilmente las elecciones a las juntas directivas. Los accionistas con cierta antigüedad, en caso de contar con acciones suficientes, podrán nombrar a los directivos pagados por la empresa. Pero más que provocar airadas controversias, como temen algunas empresas, esto podría ayudar a los accionistas a hacerse oír.

Según la propuesta esperada, un accionista o grupo que posea un 3% de las acciones de una empresa durante más de dos años podría situar a un candidato en un puesto de poder. Conforme a la normativa actual, los disidentes deben preparar y repartir el material entre los inversores, lo cual sale caro. Este es uno de los motivos, afirma el despacho de abogados Georgeson, por el que el año pasado hubo menos de 60 disputas por la delegación del voto de los accionistas.

Es cierto que el umbral del 3% situará a las empresas más grandes fuera del alcance de la mayoría de los inversores. Por ejemplo, se necesitarían casi 10.000 millones de dólares en acciones de Exxon para impugnar a uno de sus directores. Pero los abusos más atroces contra los accionistas suelen darse en las pequeñas empresas, mucho más numerosas.

Si el cambio en la normativa llega a buen puerto, puede que suscite más negociaciones discretas que escándalos. La mayoría de los fondos que superan los requisitos mínimos de tiempo y tamaño serán los fondos de pensiones a largo plazo y otros inversores institucionales, que evitan ser el foco de atención. Rara vez protagonizan luchas de poder y prefieren dejar el trabajo sucio a los fondos activistas, que normalmente no conservan un número tan elevado de acciones durante dos años antes de iniciar un enfrentamiento.

Sin embargo, los electores en potencia de las juntas directivas son distintos. Pongamos por caso la a menudo polémica cuestión de los sueldos de los directivos. Estos suelen pedir más, mientras que los accionistas quieren que se pague menos. El mero hecho de poder cuestionar más fácilmente a los directores puede equilibrar la balanza en contra de los directivos y sus aliados de la junta. Los inversores institucionales suelen hablar en voz baja; un sistema de voto por poderes mejor podría otorgarles una vara de mando un poco más grande.

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