_
_
_
_
lecturas de estío

Cómo basé mi triunfo en el trabajo duro, por Mariano Rajoy

EL PAÍS ha encargado a eminentes científicos, egregios catedráticos, exitosos profesores de escuelas de negocios y reconocidos críticos literarios que elaboren una pequeña, pero ajustada, biblioteca imprescindible para considerarse un ser humano. Hoy, Genios de la Economía.

ibrante. Este es quizá el adjetivo que mejor cuadra a este magnífico libro, breve, cuatro páginas, pero enjundioso, compendio de enseñanzas económicas, sí, pero también repleto de valores humanos. Aunque poco podemos añadir, por conocidas, a sus sutiles teorías sobre la importancia del correcto análisis de las situaciones de crisis, y, sobre todo, su original aporte de soluciones, sí merece la pena que hagamos, para situar bien a nuestro autor, un mínimo epítome de alguna de sus aportaciones.

¿Qué mayores explicaciones requiere su repetida teoría de que las cosas "hay que hacerlas bien"? ¿O incluso, ese "lo que hay que hacer es no volverse loco y hacer cosas normales"? Y ya, para que nadie pueda acusar a nuestro autor de poca concreción, una acusación totalmente injusta de sus muchos enemigos, no ha dudado en detallar sus ideas. ¿Es acaso inconcreto afirmar que "la salida es hacer unos Presupuestos equilibrados", o que es necesario "mejorar la productividad"?

Si el lector se asombra de cómo se ha podido construir un cuerpo doctrinal tan compacto, Rajoy tiene la respuesta: "El trabajo". "Dedicar toda una vida al esfuerzo de saber más y más sin necesitar estímulos, sin esperar recompensas". Y para ello no duda en ofrecer sencillos ejemplos que vienen a refrendar sus tesis: "Estaba yo en el salón de mi casa, con un buen puro, cuando vi a Hinault en una etapa del Tour y me fijé en cómo apretaba las mandíbulas para coronar aquél Mont Ventoux, y me dije: así es como hay que trabajar, sí señor: hay que apretar los dientes para conseguir lo que se quiere". Y añade: "Pero vamos, cuando digo Mont Ventoux, digo el Col de la Madeleine, el Tourmalet o el Alpe d'Huez. Y digo Hinault, pero puedo decir Armstrong o, mejor, Induráin o Contador".

Y, por último, destaquemos el último de los grandes aportes de nuestro autor en la resolución de conflictos: la rapidez, la celeridad y la prontitud en tomar decisiones. Anoten, pues, las grandes y valientes recetas de Rajoy, tan demostradas por nuestro autor en su proceder habitual: "Sajar por lo sano, cortar el problema de raíz y nunca, nunca, dejar que las cosas se pudran".

Edita: Cuadernos del sillón frente a la televisión SL

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_