Agua de lluvia dentro del baobab
"Es más que un simple árbol: es la vida". En Ébano, Ryszard Kapuscinski se refería en esos términos al frondoso mango en torno al que había crecido un poblado africano. El baobab de la imagen, en Gran Comora (isla del Índico situada entre la costa de Mozambique y Madagascar), también da vida: sirve de reserva de agua. Su tronco, que puede medir entre 10 y 20 metros de diámetro, almacena miles de litros de lluvia.
En los cientos de años de vida del árbol, cuántas familias como la de esta mujer habrán recogido agua con un cubo. Con razón se le denomina "árbol botella". También lo llaman "pan de mono": contiene una pulpa que se come en forma de pasta, mezclada con avena. La leyenda dice que el viajero que duerme bajo el baobab siempre vuelve. Sólo un pequeño hombre le tenía miedo: el principito de Saint-Exupéry, que temía que sus raíces perforasen su pequeño planeta y lo hicieran estallar. Para verlo de cerca, Air France viaja desde París a Moroni (capital de Gran Comora), con escala en Kenia, por 1.120 euros.
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