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Adiós 'botellón', hola familias

Conil prohíbe con éxito beber en la calle y las parejas sustituyen a la movida

La madrugada del pasado sábado, el paseo marítimo de Conil (Cádiz) ofrecía un aspecto inusualmente tranquilo. Parejas con niños pequeños paseaban por una zona que, hace solo dos fines de semana, hubiera estado intransitable. Jóvenes de toda la provincia de Cádiz han tenido a Conil, desde hace años, como localidad referente para el botellón veraniego. El paseo marítimo de la localidad turística se llenaba cada fin de semana de miles de jóvenes cargados con botellas, hielos y refrescos, que pasaban la noche bebiendo y escuchando música procedente de los maleteros abiertos de sus coches.

Ahora la situación es bien distinta. Desde el pasado 1 de julio, el Ayuntamiento (IU) ha prohibido el botellón, sancionado con 300 euros de multa. El fin de semana ha sido la primera prueba: la localidad desplegó el viernes un dispositivo de la Policía Local, apoyado por la Guardia Civil y la Unidad de Seguridad Ciudadana (USECI), de Cádiz. En total, 30 agentes peinan la zona una y otra vez.

Unos 30 agentes sancionan con 300 euros a los jóvenes por beber en la calle
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"Esto está muerto", reconocía un guardia civil poco después de la medianoche. "Sólo han pasado algunos con su hielo y les hemos avisado de que no se puede beber". "Respecto al año pasado esto ha dado un giro de 180 grados", decía durante su ronda el jefe de la Policía Local de Conil, José Manuel Valle. "A esta hora, en verano, por aquí no se podía pasar", coincidía un aparcacoches, "en esta parte del paseo era imposible ver a familias, no llegaban hasta aquí, sólo se veían botellonas".

A algunos jóvenes les sorprendió la prohibición la misma noche del viernes. Francisco Javier, llegado desde Sevilla con sus amigos, vio cómo la policía se le acercaba antes casi de bajar del coche. "Se han acercado y nos han preguntado qué íbamos a hacer, nos han avisado de que no se podía beber en la calle", aseguraba. "Hoy nos vamos a tomar una copa tranquilamente y mañana iremos al Ohjú". Esta discoteca, en la zona de Caños de Meca, tiene un espacio habilitado fuera para el botellón; la policía cree que será una de las zonas adonde se desplacen los jóvenes que dejarán de ir a Conil tras la prohibición.

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Ya en el centro del pueblo, los bares contaban con algunos clientes procedentes del recién extinto botellón. El camarero de una de las terrazas aseguraba, no obstante, que los jóvenes encontrarán alternativas. "Alquilarán garajes para beberse las botellas, pero no van a tomarse todas las copas en los bares", y es que la economía es el argumento principal de los jóvenes para no abandonar el botellón.

Juan, el propietario de una céntrica coctelería, se alegraba de contar con nuevos consumidores. "Aún es temprano para ver el beneficio económico, pero sí se nota más tranquilidad y seguridad en la calle". "Además, yo les pido el carné, y el botellón estaba lleno de menores".

Sentados en dicho bar y con seis grandes macetas azules de combinado de tequila, pasaban la noche del viernes otros tantos chicos de veraneo en Conil. "Hemos tenido que cambiar el botellón por esto, que es mucho más caro", decía uno de estos jóvenes, de 20 años. "Ahora no vamos a hacerlo, pero conforme pase el verano y nos vayamos quedando sin dinero, veremos qué pasa". Esta es una reflexión compartida por los jóvenes, que creen que la vigilancia disminuirá y las cosas volverán a ser como antes. Si no, según estos chicos, la movida conileña "corre peligro". "La gente no va a querer venir a Conil, los bares también van a perder".

Los clientes reconocen que la zona del paseo marítimo se había vuelto muy conflictiva. "Había peleas, navajazos, el año pasado incluso atropellaron a uno. Cuanto más dentro del paseo marítimo, más desfasada iba la gente", asegura un joven, "lo injusto es que ahora, por unos cuantos que deliraban, tengamos que pagar todos". Internet reúne también varios foros de jóvenes que protestan por la prohibición del botellón que, temen, acabará con el verano de Conil.

La noche del viernes se saldó con 12 multas, de 300 euros cada una, por beber en la vía pública. Esta cifra es todo un éxito para la concejala de Seguridad del Ayuntamiento de Conil, Josefa Amado: "Todo ha salido fenomenal, ha habido una cooperación admirable por parte de los chavales". Amado asegura que el dispositivo de seguridad fue un éxito y que los refuerzos se mantendrán, al menos, durante los dos primeros fines de semana de prohibición.

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