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Reportaje:

Testimonio oral en imágenes

El documental 'Yo estaba allí' recupera la historia de malagueños que vivieron la Guerra Civil y la represión franquista

El rostro ajado por el sol y las duras tareas del campo de Antonio Alarcón, vecino del pueblo malagueño de Humilladero, llena la pantalla. A sus más de 80 años, Alarcón posee una memoria bien engrasada, lo que le permite recitar casi sin tomar aliento los nombres y apellidos de los doce vecinos que fueron fusilados en el pueblo por las tropas franquistas, añadiendo, además, el día y el lugar donde cayeron.

Así comienza el documental Yo estaba allí, cinta de 43 minutos realizada por el Grupo de Investigación, Historia, Imagen y Memoria de Andalucía de la Universidad de Málaga (UMA) en colaboración con la Diputación de Málaga, que recupera la historia oral de unas 200 personas mayores de 80 años que vivieron la Guerra Civil y la posterior represión franquista. Abarca más de medio centenar de pueblos de la provincia malagueña y sirve para repasar las diferentes etapas del conflicto en Málaga, desde la proclamación de la II República hasta la caída de Málaga a manos de los sublevados a comienzos de 1937 y la posterior represión franquista.

En la cinta hablan también personas que lucharon en el bando de Franco
Las entrevistas reflejan las desigualdades que había en la sociedad

Un trabajo que, según cuenta su director, el profesor de Historia Contemporánea, Fernando Arcas, ha permitido "recopilar los testimonios directos de la última generación viva de la Guerra Civil".

La frase que da título al documental y al libro con los dos centenares de entrevistas realizadas desde el año 2006, Yo estaba allí, es, según Arcas, una frase recurrente en casi todos los entrevistados. "La mayoría resaltaba que lo que nos contaban lo habían vivido en primera persona, que no eran historias oídas en el pueblo. El documental no solo es una labor de recuperación de la memoria viva, sino que sirve para recrear a través de sus historias lo que significó el enfrentamiento de las dos Españas. Para ello decidimos que era necesario contar también con el testimonio de gentes que lucharon en el bando franquista y, aunque en menor número, también se ofrecen sus testimonios. Las entrevistas retratan a la perfección el tipo de sociedad tan dividida que existía, con marcadas desigualdades entre la ciudad y el campo, una brecha económica y socio-cultural tremenda que fue origen del conflicto civil", explica Arcas, que asegura haber encontrado ciertas trabas en este trabajo en algunos municipios donde gobierna el PP.

"Las personas que entrevistamos del bando franquista suponen un 15% del total. Fueron muy amables y accedieron a contarnos su historia sin reparos. Lo que vimos tras entrevistar a unos y otros es que en cuanto revives el conflicto, éste pervive en la memoria. Hubo gente que se bloqueó y que fue incapaz de decirnos nada. Eso sí, todos coincidieron en el dolor que vivieron, que la represión fue cosa de los dos bandos y que un hecho tan horrible como la guerra no debería repetirse", recuerda Arcas.

Dolor y humillaciones como las que contaba rodeado de familiares y vecinos Antonio Lozano López, residente en Casabermeja. Él y muchos más niños del pueblo sufrieron la humillación pública de ser rapados al cero por el simple hecho de ser hijos de "rojos". "A los que volvían con los rojos se les pelaba... Y el domingo, a misa obligatoria. Y claro, allí nos ponían a todos juntos. Un domingo, el cacique del pueblo entró en la iglesia y le dijeron: 'Hoy están estos rojillos ahí, no hace falta preguntar quiénes son, por las cabecillas se les conoce'. Uno podía faltar a la escuela el tiempo que fuera, pero ¡ahora!, a misa los domingos....", recuerda Lozano en el documental.

Un caso parecido al que relata Francisca Lara, una "pelona" vecina de Villanueva de Tapia a la que raparon por bordar una bandera de la UGT. "Me pelaron, pero no sé cómo no me mataron. Sentí mucha pena de verme así, con 20 años que tenía..."

"A mí vinieron a buscarme los rojos a casa. Me confundieron con mi hermano mayor y me dieron el paseíllo, pero no me mataron porque el coche se averió por el camino. Dijeron que volverían a por mí al día siguiente", recuerda por parte del bando nacional Guillermo Narbona, a cuya familia se le colectivizó su fábrica de cerveza. "La fábrica de cerveza se incautó durante la República, pero siguió funcionando. La fábrica funcionó toda la guerra, pero a nosotros nada más que nos dieron arroz. Ellos consideraban que con eso éramos socios", relata Narbona en el documental.

Recuerdos que perviven en la memoria y que muchos años después aún llenan de desazón a sus depositarios. "Es una herida que nunca ha cicatrizado y que ahora con esta entrevista se me está removiendo", concluye el anciano Andrés Surís desde su casa en Miami, donde rehizo su vida este hijo del comandante de los Carabineros de la capital malagueña que, leal a la República, fue fusilado tras la caída de Málaga.

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