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Reportaje:Economía global

Irak quiere ser Arabia Saudí

Bagdad centra sus planes de progreso en una mayor producción petrolera

Ángeles Espinosa

Necesitado de miles de millones de dinares para reconstruir sus infraestructuras y volver a alcanzar el nivel de vida que tuvo tres décadas atrás, Irak abrió el año pasado sus reservas de petróleo a varios consorcios internacionales. Dos subastas, en junio y en diciembre, otorgaron contratos para la explotación de 11 campos petrolíferos durante los próximos 20 años. Esa decisión y la progresiva disminución de la violencia le están permitiendo recuperar la producción y plantearse duplicar su capacidad de exportación antes de dos años. En última instancia, los responsables iraquíes aspiran a ponerse a la altura de Arabia Saudí, el mayor productor y exportador del mundo.

"En el curso de este año y el que viene esperamos un incremento del 10% en la producción de los campos de la primera subasta y la entrada en actividad de los pozos de la segunda, lo que supone unos 600.000 barriles diarios", declaraba el viceministro de Petróleo, Abdulkarim Luaibi, en una entrevista con la agencia Reuters. Ese aumento va a permitir elevar la producción hasta los tres millones de barriles diarios, el grueso de los cuales, 2,1 millones, saldrá de los tres principales campos petrolíferos de Irak: Rumaila, Majnun y Qurna Occidental.

El objetivo es llegar a producir 12 millones de barriles en siete años
El nivel de vida de los iraquíes es la mitad que durante la época de Sadam

En una economía dominada por el petróleo, del que proceden el 95% de los ingresos del Estado y las divisas, el progreso depende sin duda de que se eleve la producción. Los gobernantes iraquíes esperan que los ingresos que proporcione el aumento de las exportaciones financien las infraestructuras nacionales y la renovación de sectores vitales como vivienda, sanidad y educación. No es una cuestión de buena voluntad política, sino una necesidad perentoria. Siete años después de la invasión estadounidense para derrocar a Sadam Husein, "el nivel de vida de los iraquíes todavía es la mitad que durante la época de Sadam y el desempleo supera el 20% (hasta el 30% entre los jóvenes)", según un informe publicado por la Brookings Institution a finales del año pasado.

"Las ganancias aumentarán de forma gradual a medida que las compañías extranjeras expandan la capacidad de producción de Irak. Dentro de tres años debería estar produciendo entre cuatro millones y 4,5 millones de barriles diarios desde los 2,4 millones actuales. Si los precios internacionales del crudo lo permiten, esto debería marcar una gran diferencia en el país", asegura desde Bagdad Ruda Husari, responsable de Iraq Oil Forum, una página web especializada en el sector.

Irak ha recuperado los niveles de producción de petróleo que tenía antes de la invasión y vende fuera 1,9 millones de barriles diarios. Su objetivo es aumentar la capacidad de exportación hasta los 4,5 millones para finales de 2011 y dentro de siete años alcanzar una producción de 12 millones, equiparable a la de Arabia Saudí. Sus reservas, estimadas en 112.000 millones de barriles por la Agencia de la Energía de EE UU y sólo por detrás de las de Arabia Saudí e Irán, lo permitirían, pero después de tres décadas de guerras y sanciones internacionales el maltrecho estado de sus instalaciones plantea un enorme reto.

"Buena parte de la infraestructura necesaria, como los oleoductos, está incluida en los contratos para el desarrollo de los 11 campos que se subastaron el año pasado, y el Gobierno iraquí se está ocupando de las instalaciones para la exportación", aclara Husari a través del correo electrónico.

De momento, ayudadas por un préstamo de Japón, las autoridades han lanzado un proyecto valorado en 1.000 millones de dólares para dotar a la costa de Basora, el principal puerto iraquí, de las cuatro terminales de carga y tres oleoductos necesarios para duplicar la capacidad de exportación actual. Ya se han licitado concursos por la mitad de ese importe para perforar 56 nuevos pozos, comprar bombas eléctricas subterráneas e instalar tuberías. Esa inversión no es, sin embargo, más que la punta del iceberg de los 10.000 millones que, según Luaibi, se necesitan para reconstruir y expandir las infraestructuras de almacenamiento y carga.

Las compañías internacionales, por su parte, continúan el trabajo de desarrollo a pesar de que las elecciones del pasado 7 de marzo han dejado un cierto vacío político al no producir un ganador claro. El director de la South Oil Company, Dhia Jaafar, anunció hace unos días que el campo de Rumaila, cuya explotación fue atribuida a la británica BP y la china CNPC, empezaría a aumentar su producción a partir de julio. Rumaila es el principal depósito petrolífero de Irak con 17.000 millones de barriles de reservas.

También el consorcio formado por la holandesa Shell y la malasia

Petronas tiene previsto triplicar los 50.000 barriles que en la actualidad se extraen del campo de Majnun para principios de 2011. Se trata de un primer paso hacia el compromiso fijado en el contrato de alcanzar 1,8 millones de barriles diarios. En la Primera Fase del Qurna Occidental, el tercero de los grandes depósitos, Jaafar declaró que las concesionarias, Shell y la estadounidense Exxon Mobil, habían presentado un plan que contemplaba llegar a los 280.600 barriles a finales de 2010. Este consorcio se fijó como objetivo extraer 2,3 millones de barriles al día una vez que se hayan acometido las reformas necesarias. -

Trabajadores de la compañía South Oil Company, en el campo petrolífero de Rumaila (Irak).
Trabajadores de la compañía South Oil Company, en el campo petrolífero de Rumaila (Irak).REUTERS

Más que seguridad

"Irak está abierto a los negocios", asegura el folleto de la Comisión Nacional Iraquí para la Inversión, que subraya la mejora de la seguridad, un elemento clave cuando se busca capital. Y sin duda, el descenso de la actividad insurgente desde 2008 ha animado el despegue de la actividad económica. Pero, como recordaba Raj M. Desai, de la Brookings Institution, "Irak necesita algo más que seguridad".

A pesar de todos los esfuerzos, los extranjeros aún recelan y la escasa inversión que ha llegado al país se ha dirigido sobre todo al sector petrolero y la industria del cemento. Desai ha elaborado el gráfico superior, donde se observa que, pese al descenso de la violencia, la inversión directa extranjera también cae. El primer obstáculo que salta a la vista es el de la corrupción. "La corrupción es una plaga en todos los países del Tercer Mundo y no se limita a Irak", señala Ruda Husari, del Iraq Oil Forum. Desai está de acuerdo. En su opinión hay tres factores que resultan más dañinos: la enrevesada burocracia, el confuso marco legal y la ausencia de adecuada protección social para los trabajadores (que impide que el Gobierno tome medidas necesarias por temor a las protestas). -

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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