Sutilezas de Bollywood

Al cine indio le persiguen los tópicos (que si sus pelis son largas, que si son musicales, que ruedan filmes como churros...) que los occidentales hemos impuesto a una industria al menos sincera, que trata al público con cariño y le da más que meros efectos digitales. Cada año, el certamen Imagine India trae un poco de esa verdad a Madrid, y esta semana proyecta 77 películas (la mayor parte, aunque no todas, de India). Mi nombre es Khan, que se puede ver en la Filmoteca el miércoles a las 19.30, es un curioso experimento. Porque la protagoniza Shahrukh Khan, probablemente el actor más importante de India, el denominado Tom Cruise de Bollywood (según las entradas que venden cada uno, Cruise debería ser el Khan de Hollywood); porque está rodada en su mayor parte en EE UU y porque no es musical. Khan encarna a un hombre con el síndrome de Asperger, un musulmán indio de Bombay que acaba atravesando EE UU. En este cóctel entran el 11-S y el racismo latente antiislámico de la sociedad estadounidense, el mismísimo Barack Obama y la impotencia de cualquier extranjero en EE UU que debe demostrar que no es un terrorista y una historia llena de sutilezas, hecho extraño en el cine de Bollywood. De ahí que Mi nombre es Khan sea un cruce con lo mejor de los dos mundos, un filme paradójico que el público debería mimar y disfrutar.