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Entrevista:FRANCISCO TOLEDO | Rector de la Universidad Jaume I de Castellón | Apuntes

"Las universidades españolas estamos muy pero que muy mal en autonomía"

Ignacio Zafra

Si alguien hubiera visitado en mayo de 2001 el campus de Riu Sec de la Universidad Jaume I de Castellón y no hubiera vuelto hasta abril de 2010 se quedaría más bien impresionado. El aumento en el número de edificios e infraestructuras (22 entre construidos, en obras y contratados) ha ido en paralelo a lo que su rector, Francisco Toledo (Castellón, 1962), llama "crecimiento cualitativo". El número de profesores se ha incrementado un 52%, hasta los 1.266. El personal de servicios, un 62%, hasta los 586 empleados. Los institutos de investigación, un 233% (ahora hay 10). La captación de recursos externos, un 211% (hasta los 13,7 millones). El presupuesto de la universidad, un 123% (pasando de 56,9 a 127,4 millones de euros). Los estudiantes de máster, casi un 1.000% (hasta los 1.448); y los de grado un 1% (este curso tiene 12.461) en un periodo en el que la caída demográfica ha hundido un 38% la matrícula en el examen de Selectividad, la gran puerta de entrada de nuevos universitarios.

"El Campus de excelencia no va a ser bueno para la mayoría"
"Las grandes universidades tienen 15.000 alumnos, no 60.000"
"El clima de corrupción paraliza a las personas implicadas"
"Para jugar otro papel necesitamos otras reglas de gestión"

El porcentaje de profesores que logró todas las evaluaciones positivas en su actividad investigadora entre 1985 y 2005 supera el 60% y ocupa el segundo lugar de España entre las universidades Carlos III y Pablo de Olavide. Toledo vive su último mes como jefe de la Jaume I. Lo sustituirá, salvo sorpresa, Vicent Climent, una persona de su confianza.

Pregunta. Una crítica extendida sobre el sistema universitario español señala que se crearon demasiadas universidades pequeñas que repitieron las mismas carreras muy cerca unas de otras. ¿Encaja la Jaume I en esa descripción?

Respuesta. No comparto esa crítica. Si analizamos el número de universidades que hay en España respecto a la población, estamos por debajo de la media de los países europeos, Estados Unidos o Japón. Y si miramos las universidades europeas o las americanas, la inmensa mayoría de las grandes universidades, que no es lo mismo que las universidades grandes, no tienen 80.000 o 60.000 estudiantes sino 15.000 o 20.000 alumnos, lo que en España sería un tamaño pequeño. La cuestión es cómo hacer competitivas esas universidades. Y eso no tiene tanto que ver con el tamaño como con las políticas que se aplican o la autonomía que se le permite. Para contratar profesorado, equipos investigadores... En eso, las universidades españolas estamos muy, pero que muy mal. Si nos fijamos en los rankings internacionales, como el de Shanghai, las españolas acaban entrando por tamaño. Si eres cuatro veces más grande, a igualdad de calidad, tienes cuatro veces más publicaciones. Pero eso es engañarse: no es que la universidad tenga más calidad, sino que es grande. Nuestro sistema universitario, en relación con los recursos que se invierten, creo es muy bueno. Internacionalmente estamos al nivel que ocupa el país. Sin embargo, si se quiere que estemos en un lugar más importante, hacen falta dos cosas: una financiación muy superior, no digo pública, sino financiación, y unas reglas de gestión muy diferentes de las que tenemos, que den una mayor autonomía a la universidad.

P. ¿La autonomía que tienen ahora no le parece suficiente?

R. Mi conclusión es que nos llenamos la boca diciendo que tenemos autonomía, se nos percibe así, y realmente no. Tenemos autogobierno, tenemos autogestión, eso todo lo que queramos, pero autonomía muy poca. Cuando vas a contratar profesorado, sacas la oposición con unos sueldos tasados, unas condiciones tasadas por ley, y por tanto no puedes ofertar algo competitivo respecto de otras universidades. Cuando sacas algo a contratación, como instituciones públicas que somos, tiene que pasar por trámites lentos y pesados. Es un sistema que no tiene comparación en el extranjero. Si queremos que las universidades tengan otro papel, tenemos que cambiar muchas cosas, y exigir rendición de cuentas y de resultados, evidentemente.

P. ¿Representa el Campus de Excelencia Internacional (CEI) una amenaza para una universidad como la Jaume I?

R. Yo creo que la convocatoria de Campus de Excelencia que se hace es errónea de partida. Primero, por el concepto de CEI: parece que si no se obtiene una etiqueta estatal ya no se es excelente. Y eso no es así. La excelencia no la puede dar el BOE o el ministerio como tal. La dan los indicadores. No va a ser bueno para la inmensa mayoría de las universidades, que no van a ser campus de excelencia internacional. Y después por cómo se concibe, con una convocatoria de 150 millones de euros, la mayoría préstamos que se han de devolver y que difícilmente van a transformar las universidades. Sólo en París se pusieron, si no lo recuerdo mal, 2.400 millones de euros para los llamados polos de agregación. Aquí los fondos, además de exiguos, básicamente se pueden gastar en infraestructuras, no en personal, que es lo que hace universidad, lo que te hace ser competitivo.

P. Comparada con la elección a rector de la Universitat de València, la de la Jaume I se presenta aburrida. ¿Es mejor que haya un candidato que cuatro?

R. Yo creo que eso es consecuencia de cómo está la comunidad universitaria. Si está muy nucleada y comparte un proyecto colectivo global, es lógico que haya menos candidatos que en otros casos. En Santiago de Compostela hay seis candidatos a rector. Yo creo que tener muchos no es bueno, porque no hay tantas diferencias de proyecto, digamos, ideológicos universitarios. Incluso en la Universitat de València no se veían tanto esas diferencias. Creo que nuestra cultura corporativa mezcla la autocrítica con una idea de tirar todos del carro en el mismo sentido. Se discute todo lo que queramos por dónde hay que tirar del carro, pero al final todos tiramos en el mismo sentido.

P. Diga algo bueno del Consell en política universitaria.

R. En este último año se ha hecho algo remarcable. El presupuesto de la Generalitat de 2010, por primera vez en 15 años, recoge el 100% de lo que está previsto transferir a las universidades, lo que representa 200 millones más. Las universidades llegamos a una situación muy crítica, debido al agujero que nos generaba el desfase entre lo comprometido y lo presupuestado.

P. Es decir, que lo mejor que ha hecho la Generalitat ha sido cumplir por fin lo pactado.

R. Pero hay algo remarcable: después de ir cada año a peor y en un contexto de crisis tremenda que podría haberse utilizado para intentar legitimar otro tipo de acciones, la consejería ha actuado como tenía que haberlo hecho desde muchos años atrás. Lo que es difícil de entender es cómo en tiempos de abundancia se llegó a generar tal agujero.

P. ¿Y lo peor que ha hecho?

R. Aparte de lo anterior, la pérdida de planificación. Llevamos dos años sin plan de financiación, que nos daba una visión a largo plazo en una actividad donde los frutos no se recogen rápido. Y también ha faltado planificación en las titulaciones: no se ha hecho ningún esfuerzo por coordinar la oferta universitaria.

P. ¿Se plantea dar el paso a la política?

R. No. Mi visión es volver a mi cátedra y estar en la universidad. Si a medio o largo plazo sale un proyecto interesante en el ámbito público, no digo que no. La experiencia de gestión para mí ha sido muy satisfactoria, aunque me ha exigido mucho. Pero concurrir a unas elecciones como candidato, no entra en mis esquemas.

P. ¿Cómo ve la situación política valenciana?

R. Echo en falta capacidad de acuerdo entre los grupos políticos para reivindicar con fuerza proyectos compartidos. Algo que en Cataluña se da muchas veces. Eso no me parece positivo, ni tampoco las actitudes de victimismo.

P. ¿Y el clima de corrupción?

R. No me gusta nada. La trascendencia mediática de estas cosas a lo largo de un tiempo muy dilatado no es bueno ni para la Comunidad Valenciana ni para los políticos que están involucrados en ello. Genera inseguridad, parálisis en las personas implicadas y pérdida de energías colectivas. En parte se produce porque la justicia funciona a un ritmo tremendamente lento, cuando debería ser rápida, castigar con mucha contundencia las actuaciones punibles y al mismo tiempo tener menos eco mediático. No quiero dar por asumido que todo sea cierto, ojalá no lo fuera, pero mientras pasa, todos estamos perdiendo.

El rector Francisco Toledo se retira tras nueve años en el cargo.
El rector Francisco Toledo se retira tras nueve años en el cargo.ÁNGEL SÁNCHEZ

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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