Con Pandiani no basta

Hay jugadores a los que el tiempo parece no mermar sus capacidades para el fútbol. Walter Pandiani no corre tanto como antes, no regatea tanto como antes, pero es igual de peligroso que siempre. Anoche se topó con un Málaga aparentemente melancólico que resucitó de la mano de Apoño y anuló el doblete del uruguayo.

Osasuna arrancó con la adrenalina al máximo. Lo demostró pronto con un testarazo de Pandiani que rozó el larguero y puso en aprietos a su compatriota Munúa. El empuje navarro acogotó a un Málaga sin sangre que pronto vio que El Rifle no perdona dos veces y menos si se le permite rematar a bocajarro dentro del área pequeña. El conjunto andaluz se vio sobrepasado por el empuje navarro. Salvo Duda, no había jugador malacitano que tuviera en mente soluciones para un equipo falto de pegada y débil de espíritu. Aun así, el azar quiso aplacar la nostalgia visitante en forma de rebote. Ricardo no fue capaz de atrapar un centro fuerte pero poco contundente de Baha que se topó con Josetxo y quedó muerto frente a un Caicedo que sólo tuvo que empujarlo a la red.

Quedó algo tocado el conjunto de Camacho con el gol del ecuatoriano, pero el empate no sirvió para despertar a un Málaga que nunca vio protegida su portería. Con el empate se llegó al final de una primera parte desleal con Osasuna y benévola con el Málaga.

Poco duró la igualdad en el marcador ya que Pandiani, bien secundado esta vez por Aranda, dirigía a la red de nuevo con su pierna derecha un centro de Camuñas. Todo parecía controlado para Osasuna hasta que López Muñiz decidió dar entrada a Apoño y dotar por fin de criterio a su equipo en el centro del campo. Con el canterano dirigiendo al equipo llegaron las mejores ocasiones del Málaga. Ya no era Duda el encargado de canalizar todo el fútbol visitante, por lo que podía dedicarse a incidir por una banda izquierda hasta el momento obsoleta. Perdió el paso Osasuna en la creación del juego y fruto de la insistencia del extremo portugués llegó de nuevo el empate visitante. Si en el primer gol no pareció diluirse el conjunto pamplonica, con el segundo no supo reaccionar.

El problema principal en ambos conjuntos residía en las parcelas traseras. La defensa rojilla era incapaz de resistir un vendaval malacitano y por el lado contrario Pandiani seguía haciendo de las suyas. A pesar de que el dominio del esférico es siempre garantía de control y madurez, nadie parecía capacitado para detener tal descontrol. Los minutos finales sólo sirvieron para que Málaga y Osasuna terminasen con diez jugadores tras expulsiones rigurosas de Iván González y Sergio. Lo intentó Pandiani pero se topó con un Málaga al que nunca debe faltarle Apoño.