Empate a nada
Clemente se estrena sin goles ante el Tenerife, rival directo en la lucha por eludir el descenso
Dos equipos en busca de milagro, los dos hundidos en la clasificación, los dos con opciones, los dos casi deshechos y los dos tienen un problema muy serio con el gol porque el Valladolid y el Tenerife tuvieron sus ocasiones, buenos ratos, pero sobre todo tuvieron poco remate, y eso que el Tenerife terminó con cuatro delanteros y el Valladolid con todo lo que Clemente tenía en el vestuario para hacer un gol. El empate les deja a los dos donde estaban, un punto más cerca del Málaga, pero una jornada más cerca de un final angustioso y que tiene una meta casi asegurada en el descenso.
Clemente aplicó sus recetas más clásicas, avisó de que su trabajo estaba lleno de urgencias y su primera alineación explicó sus intenciones y las conclusiones de un empacho de vídeos y de tres entrenamientos. Tres centrales, uno, Baraja, en el centro del campo para apoyar a un medio defensivo, Baraja. El balón siempre lejos del área, si tiene que ser a base de balonazos también vale, lo que importa es estar a cero. La medida funcionó porque el Valladolid se defendió en la primera parte con facilidad, sin agobios, solo los que proporcionaba la velocidad de Nino, pero casi siempre sin remates por los que sufrir y los que había los resolvía Justo Villar.
TENERIFE 0 - VALLADOLID 0
Tenerife: Aragoneses; Bertrán, Manolo Martínez, Culebras, Sicilia; Ricardo, Richi (Kome, m. 70); Juanlu (Dinei, m. 60), Alfaro (Mikel Alonso, m. 84), Ayoze; y Nino. No utilizados: Luis García; Ángel, Omar y Luna.
Valladolid: Justo Villar (Jacobo, m. 46); Pedro López, Nivaldo, Sereno, Del Horno; Javi Baraja, Borja; Nauzet, Diego Costa, Marquitos (Keko, m. 64); y Manucho (Canobbio, m. 54). No utilizados: Bueno; César Arzo, Barragán y Marcos.
Árbitro: Velasco Carballo. Amonestó a Ricardo, Manucho, Baraja, Bertran y Borja.
12.000 espectadores en el Hel. Rodríguez.
El primer problema llegó con la lesión de Villar que en el descanso se quedó en la caseta. Oltra renovó las órdenes, había visto al Valladolid pesadote, lento, y comenzó a añadir músculo y velocidad a su delantera. En cinco minutos el Tenerife encerró al Valladolid que a la vista del empuje del rival se colgó del larguero de su portería y comenzó a defender por amontonamiento. Clemente no renunció, había avisado de que la necesidad era ganar, y colocó en el césped a Canobbio primero y a Keko en la banda después. El choque pasó del bodrio al correcalles en un minuto, pero el que más golpeaba era el Tenerife que tenía cuatro delanteros en el césped, pero la gasolina le duró muy poco y el Valladolid terminó teniendo el partido en la mano para llevarse tres puntos para alimentar el milagro de Clemente y vaciar el de Oltra.
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