La balada de Caín y Abel
El día que la madre se enteró hubo una bronca "de flipar". "¿Separaros ahora? Con todo lo que habéis conseguido ¿ahora lo dejáis?". "Que no, mamá", respondió Carlos Escobedo, uno de sus tres hijos. "Es sano. Nos va a venir muy bien a todos".
No le faltaba razón a la madre de Carlos (bajista y cantante, de 35 años) y Jorge Escobedo (guitarrista, de 37), cabezas visibles de Sôber. Nacido en 1994 en Alcorcón, al sur de Madrid, el grupo había alcanzado cotas hasta entonces pocas veces vistas en el rock duro español. Cinco álbumes, casi 200.000 ejemplares vendidos, conciertos hasta los topes, discos de oro y platino Vivían su momento más dulce. Los que los conocen bien hablan de Carlos como "la cabeza pensante del grupo. Muy cerebral. Un tío con mucho talento y también la parte más amable. Educado y siempre con una sonrisa en la boca". Jorge es "más visceral, impulsivo. Tiene buen corazón. Nunca te dará una puñalada por la espalda. Puede parecer que tiene cara de enfadado y no es así".
"Nos sentamos cara a cara para aprender de nuestros errores" (Carlos Escobedo)
Aunque tampoco le faltaba razón a Carlos cuando en 2005 decidió "dar un descanso" a Sôber y montar su propia banda, Savia. Estaba cansado de giras infinitas, presiones, viajes sin descanso y pocos días libres que desembocaban en enfrentamientos con su hermano Jorge. "Necesitaba un cambio de aires. Quitarme tensión", reconoce Carlos. Pocos lo entendieron y todo se estropeó. "Simplemente no le creímos y el miedo lo jodió todo", reconoce su representante de entonces, Carlos Mariño. También se jodió la relación con su hermano. "Yo no quise quedarme atrás", explica Jorge Escobedo. "Al ver que Carlos formaba su grupo, yo monté el mío. En lugar de parar, que era lo adecuado, seguí por mi cuenta. No me arrepiento de nada. En aquel momento no quería quedarme atrás".
El resultado: Sôber se divide. Por un lado, Savia, con Carlos Escobedo y el batería Alberto Madrid (que falleció en 2006 en un accidente de tráfico), y por otro, Skizoo, con Jorge Escobedo y Antonio Bernardini. "Fue muy dramático", asegura Bernardini, de 37 años, guitarrista y creador de Sôber junto a Carlos. "Cada uno intentó sacar pecho con su proyecto. Eso lo enmarañó todo". Lo peor fue el distanciamiento de los dos hermanos alimentado por declaraciones cruzadas en la prensa y rumores —que si no se hablan, se evitan, se odian—. Mientras tanto, los dos seguían reuniéndose en la casa familiar para celebrar el Día del Padre, la Navidad, los cumpleaños y alguna paella dominical. Pero Sôber había dejado de existir.
Es viernes. Son las dos de la tarde y en el "local de siempre", cercano al aeropuerto de Barajas, se escucha Sombras, la nueva canción de Sôber. Épica, dura, melódica, imponente, cálida. Un temazo. Todo lo que era Sôber, pero más y mejor. Entre un tetris de guitarras, amplificadores y fotos antiguas, Carlos y Jorge se echan una mirada cómplice y sonríen mientras tocan. Ni rastro de las viejas rencillas. Sus nuevas credenciales se podrán escuchar en De aquí a la eternidad, el recopilatorio con dos canciones nuevas y alguna remezcla que se publica a principios de mayo. Los Sôber, con nuevo batería, Manu Reyes, de 25 años, suenan mejor que nunca.
La reconciliación ha sido dura. Empezó el 15 de agosto en el festival Prado Rock, en Ciudad Real; los Escobedo eran la comidilla: años distanciados y por primera vez los dos grupos, Skizoo y Savia, coincidían en un festival ¡y en los mismos camerinos! "Vimos que en primera fila, con las dos bandas, estaba la misma gente. '¿Qué hacemos?', pensamos, '¿estamos tontos?", relata Jorge. Carlos cuenta que ese día no se habló del regreso. "Nos miramos a los ojos y nos dimos cuenta de que era el momento, pero no dijimos nada. Simplemente estuvimos de copas hasta las cinco de la madrugada".
Hay un hombre decisivo en la vuelta de Sôber: Antonio Bernardini, el guitarrista discreto. Además de gran músico, ha hecho de bisagra entre los dos hermanos. Antonio tiene una de las mejores tiendas de guitarras de Madrid, una ô de Sôber tatuada en el brazo y un carácter conciliador. "A los tres nos rondaba la idea de volver, pero para ellos, al ser hermanos y tener orgullo, es más difícil decirlo", cuenta.
Para Nano, uno de sus primeros representantes, esa es una de las claves del distanciamiento. "Es una cuestión de ambición y celos", precisa Nano. "Son excelentes personas, pero existe mucha rivalidad entre los hermanos". No se sorprendan. Ha ocurrido con los Gallagher, con los hermanos Davies de los Kinks "Nunca ha habido hostias entre ellos", asegura otro de sus colaboradores cercanos, "simplemente se obviaban, quizá el enfrentamiento más cruel entre hermanos". Bolo trabajó con Sôber durante su etapa de mayor éxito comercial, cuando publicaron Paradÿsso. "El mismo día que salió el disco íbamos corriendo de tienda en tienda a reponerlos cada media hora porque se agotaban. Sôber fue un grupo muy inteligente musicalmente", continúa Bolo. "Con las ideas muy claras, buena imagen y muy trabajadores. Sabían que iban a tener éxito, y esa confianza se lo dio". Mariño habla de ellos como "de una gran banda de rock duro que canta canciones de amor". También de su futuro: "En principio, se les van a abrir muchas puertas. Fueron grandes, y eso facilita las cosas. Pero habrá que esperar ".
No ocurrió en su última etapa, pero ahora Sôber es un motor con cuatro ruedas que van en la misma dirección. Las bases están mejor asentadas, y las tensiones, aparentemente, resultas. "Al volver, antes de coger una guitarra nos sentamos frente a frente para aprender de nuestros antiguos errores", explica Carlos. "Además entre los dos hermanos hay una relación de puta madre". Jorge agrega: "Nos tenemos mucha admiración y respeto". Sus padres pueden estar tranquilos
Sôber comienza en abril su gira en Suramérica; el 30 de abril estarán en el Viñarock, y el 14 de julio, en Rock in Rio 2010.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.