José Aranguren, socio número uno del Real Madrid

Llevaba cuatro meses como socio número uno del Real Madrid, pero una vida entera como socio del club blanco: 86 de sus 89 años. Su padre le llevó a hacerse el carnet con tres años, en 1923. José Eulogio Aranguren falleció ayer, 25 de febrero.

Era hijo y sobrino de futbolistas del Madrid de los años veinte. Su padre, Eulogio, y su tío Sotero llegaron a jugar con don Santiago Bernabéu y en 1917 levantaron la quinta Copa del Rey en la historia del club. Su tío, además, es historia viva del pasado madridista. "El primer símbolo madridista", reza su ficha en la página web del club.

Falleció muy joven, junto a otro jugador mítico, Machinbarrena, y después de sus muertes se forjó por suscripción popular una estatua de bronce que reposaba en las antiguas oficinas del club, pero que luego se trasladó a la salida del vestuario madridista. Es la estatua que los jugadores tocan antes de salir al campo.

En 1956 vio en directo la conquista de la primera Copa de Europa en París

José Eulogio no llegó a seguir la estela de su padre y de su tío, disputó el torneo social, pero nada más. Su gran pasión, además del fútbol, era la vela. Tenía reservado un asiento en el palco de honor del Bernabéu, pero lo que le gustaba a él era la grada y, cuando dejó de poder acudir a ella, prefería ver los partidos por la tele.

Fue un gran admirador del Madrid -"el mejor equipo que he visto jugar", declaró- formado por Di Stefano, Gento, Kopa, Puskas y Rial. En 1956 vio en directo la conquista de la primera Copa de Europa en el Stade Reims. Se encontraba en París trabajando y su padre le envió una entrada por correo.

En la última década, su debilidad fue Iker Casillas. "Los porteros de ahora tienen mucho más mérito e Iker es el mejor de la historia del Madrid. Antes, los goles como los que marcaba Cristiano no existían, entonces se pegaba de puntera".

Mamó fútbol desde pequeño, tanto que vio jugar al Madrid en el viejo campo de O'Donnell. Su padre y el resto de jugadores se encargaron de pintar las vallas que separaban, por primera vez, al público de los futbolistas. Cabían 216 espectadores y los miembros del equipo tenían que montar las porterías antes de cada partido. Era miembro del Club de los Cien, que agrupa a los primeros cien socios del Madrid.