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Arenas ocupa los iconos socialistas

El PP celebra mítines en las mejores plazas del PSOE para exhibir su fuerza

Algunos pueblos de culturas remotas y antiguas creían que al devorar los órganos vitales del enemigo, la fuerza y el vigor antes temidos pasarían desde ese momento a formar parte de sus atributos. También era una forma de robar el alma y el ánimo de la tribu contraria. Algo así piensa el PP que está haciendo al acarrear autobuses repletos de devotos militantes hasta los enclaves tradicionales del poder socialista: Dos Hermanas (Sevilla), Atarfe (Granada), y ahora Alcalá de los Gazules (Cádiz). El presidente provincial de Granada, Sebastián Pérez, lo expresó con claridad meridiana: "La elección no es casualidad, estamos en el corazón del socialismo".

El propio Javier Arenas confiesa que lo que persigue en realidad es componer una alegoría de la deseada victoria del PP en Andalucía, más que sacar réditos electorales en los lugares escogidos. Se trata de hacer ver que esta vez van a por todas: "Puede que en Dos Hermanas, Atarfe o Alcalá de los Gazules no subamos en votos, pero sí en otros sitios, queremos trasladar el mensaje de que nos atrevemos con todo". Otras fuentes apuntan que en esta peregrinación masiva por los símbolos del PSOE pesan mucho los factores coyunturales, como la facilidad para movilizar a la militancia -en pleno paroxismo por los buenos augurios de las encuestas-, o la desventura de los socialistas, en la actualidad bajo la picota de la crisis y la convulsa metamorfosis de sus liderazgos.

Arenas: "Queremos trasladar la idea de que nos atrevemos con todo"
El líder del PP enarbola mensajes para conectar con la indignación popular

"Al principio se intentó hacer manifestaciones contra el paro en cada una de las provincias, pero tan sólo hubo dos, porque el afiliado del PP no se mueve por el desempleo, pero por el partido hace lo que sea", comenta un dirigente. Un diputado que duda de la efectividad de tanto esfuerzo apostilla: "A las organizaciones se les está pidiendo lo que no se les ha pedido nunca, se aprieta mucho porque se quiere hacer ostentación. Y aunque llamen a esto espíritu [el espíritu de Dos Hermanas, expresión acuñada por Arenas con el primer acto para transmitir que ganar es posible], no tiene ningún contenido ni trascendencia, consiste en salir henchido del mitin y nada más".

Consciente de que los mítines no son jaculatorias colectivas de efectos milagrosos (el fervor hay que llevarlo a las urnas en forma de papeletas), en la estrategia del líder del PP figura en un lugar destacado el propósito de chinchar a sus adversarios. Como demuestra que haya decidido ir a clavar su bandera -con Mariano Rajoy como figura estelar- el día 27 a Alcalá de los Gazules, un pueblo serrano encastrado en el Parque Natural de los Alcornocales que no llega a los 6.000 habitantes ni es clave para el voto.

Ha sido seleccionado sencillamente porque es el punto neurálgico de la expansión del socialismo gaditano y tierra natal de un señalado grupo de dirigentes, entre ellos el consejero de Gobernación, Luis Pizarro, al que, por cierto, Javier Arenas ha anunciado en los últimos años media docena de querellas. Pizarro -acompañado en paisanaje por la ministra Bibiana Aído o el desaparecido Alfonso Perales- recordó hace días el significado de esta plaza: "Fue el lugar en el que se reorganizó el partido en Cádiz en los años setenta". El acto no podrá ser precisamente esplendoroso, ya que el espacio más holgado es el pabellón deportivo, con capacidad para 1.500 personas.

Le seguirán eventos en Córdoba, Jaén, Almería (Roquetas de Mar) y una manifestación en Huelva, en esta ocasión en demanda de infraestructuras.

Tras una etapa en la que Javier Arenas se mostró trastabillado y titubeante por la mala sombra del caso Gürtel, que dejó a la militancia sumida en la desazón y con la moral por los suelos, y los bríos primigenios del PSOE al trasegar a Manuel Chaves por José Antonio Griñán, el presidente del PP andaluz vive un momento exultante. La red corrupta que trastornó a su partido ha pasado a un segundo término y, además, los socialistas se han enredado oportunamente en una crisis interna (habrá un congreso regional el mes próximo) que le ha venido a Arenas como caída del cielo. Pese a que sus relaciones con algunos de los alcaldes de capitales no son las mejores -ganan votos por sí mismos y atesoran fuerza propia-, el presidente del PP andaluz ejerce un completo control sobre la organización y hace y deshace sin que se mueva una mosca.

Como muestra, un botón: ha nombrado a la almeriense Rosario Soto portavoz del partido (puesto creado para ella) ante el estupor del resto de los dirigentes, que han tenido que apretarse para hacerle un hueco sin saber a cuento de qué. "La línea que separa este nuevo cargo del papel del secretario general o la portavoz parlamentaria es muy fina, son las cosas de Javier", dice un dirigente acostumbrado a estas demostraciones de fuerza.

Discurso fácil

Mano derecha de Mariano Rajoy, Javier Arenas no sólo es una fuente inagotable de optimismo, agitador de las masas e inventor de prédicas entusiastas. Camina varios cuerpos por delante de su partido, no siempre aportando moderación. Espoleado por el discurso fácil para conectar con la indignación popular, sacó a colación la cadena perpetua (y Mariano Rajoy le siguió), y el jueves se fue a Dos Hermanas a decirle a los jubilados que tienen motivos fundados para desvelarse porque los socialistas son un riesgo para las pensiones. Al estallar la polémica sobre el empadronamiento de los sin papeles, introdujo en su acomodaticio decálogo de recetas la inmigración, e hizo lo mismo cuando estaban de actualidad las fosas de la Guerra Civil, el aborto o las penas carcelarias de los menores. La consigna es la ventaja electoral, a la que pone la imagen el avance de sus huestes sobre los iconos del PSOE.

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