Pierre Vaneck, estrella del teatro francés
Participó también en importantes películas y en televisión
Una poderosa presencia y una voz profunda hicieron de él uno de los actores más amados de Francia. También uno de los menos conocidos fuera de su país, al labrar su carrera en televisión y, sobre todo, en teatro, y no dedicarse al cine tal vez con las ganas que hubiera querido. Pierre Vaneck falleció el 31 de enero a los 78 años, tras una operación cardiaca. Justo antes participó en un homenaje a Albert Camus.
En España pueden quedar para el recuerdo sus últimos papeles en el cine, en La ciencia del sueño (2006), de Michel Gondry; como padre del protagonista de Dejad de quererme (2008), de Jean Becker, un hombre agriado que empuja a su hijo al odio, personaje por el que obtuvo su única candidatura al César; o en Furia (1999), de Alexandre Aja, sobre una historia de Julio Cortázar.
En su país de adopción, Vaneck era idolatrado. Hijo de un militar belga, nació el 15 de abril de 1931 en Langson, un pequeño pueblo al norte de Vietnam. Se crió en Anvers, y fue a París a estudiar medicina, que rápidamente abandonó por el teatro. En el conservatorio entendió la importancia de los clásicos -no sólo franceses- sin perder el gusto por la renovación. En 1951 debutó en escena con una adaptación de Los tres mosqueteros, y en 1954, en cine, en Marianne de ma jeunesse, dirigido por el prolífico Julien Duvivier. Siguieron Si Paris nous était conté, de Sacha Guitry, y El que debe morir, de Jules Bassin. En los años sesenta colaboró varias veces con el realizador Pierre Kast, y trabajó con su cuñado, Jean Becker -Vaneck se casó en 1950 con su hermana, Sophie Becker-, en Un tal la Rocca.
Aviñón, rendido
Es en los sesenta cuando el Festival de Aviñón -el epicentro del mundo teatral- se rinde a su talento gracias a su trabajo en Lutero (1964), de John Osborne, y Hamlet (1965), de Shakespeare; en ambos dramas lo dirigió George Wilson. También aparece en una megaproducción cinematográfica, ¿Arde París?, de René Clement. Por cierto, su amigo y maestro George Wilson murió días después que él, el pasado miércoles.
Su sapiencia le permitió sacar partido tanto al drama como a la comedia. Fue tres veces candidato al Premio Molière (el máximo galardón de los escenarios en Francia), y sólo lo ganó con Le secret en 1988. Otra candidatura le llegó en 1995 como integrante, junto a Fabrice Luchini y Pierre Arditi, del trío que estrenó mundialmente Arte, la comedia de Yasmina Reza. Vaneck encarnaba a Marcos, el papel que en España bordó José María Pou. Sus dos últimas apariciones en teatro fueron en Rock and roll, de Tom Stoppard, en 2008, y el año pasado en ADA: l'argent des autres.
Con la pequeña pantalla obtuvo una popularidad impresionante en Francia: supo escoger papeles que no fueran en detrimento de su prestigio. En los setenta apenas hizo cine, pero a fines de los noventa interpretó pequeños papeles en filmes de prestigio, como Otelo (1995), de Oliver Parker, o La propietaria (1996), de Ismail Merchant.
Con su esposa Sophie tuvo dos hijos, Aurélie y Thibaud, ambos actores de éxito en la televisión francesa por su labor en la serie -aún en antena- Plus belle la vie.
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