Un inquietante viaje a la convivencia

África, Papúa y el Pacífico más remoto son los tres destinos que Cuatro ha elegido para la segunda edición de Perdidos en la tribu (se estrena esta noche, 22.00), uno de los programas más vistos de la cadena, con un 13,5% de cuota de pantalla y más de dos millones de espectadores de media en la primera edición.

Nuria Roca volverá a estar al frente de este inquietante viaje, que tiene como gran objetivo aprender a sobrevivir y convivir con algunas de las tribus más antiguas del planeta: los hamer (en Etiopía), los kamoro (en Papúa) y los nakulamené (en una pequeña isla del archipiélago de Vanuatu, en el Pacífico), que sorprenderán a los participantes con sus particulares gestos de bienvenida, los animales en los que se basa su dieta diaria o sus sangrientos rituales. Unas tribus que, según palabras de Hugo Tomás, director del programa, "se sienten orgullosas de sus costumbres y viven así porque quieren, no porque estén totalmente aisladas del mundo".

Fortaleza, tesón y una sólida unión familiar en los momentos más duros son algunas de las cualidades que este año tendrán que demostrar las tres nuevas familias protagonistas: los Segura-Romero (Málaga), los Moreno-Noguera (Valencia) y los Rovira-Mezcua (Valencia). Elegidas entre más de 3.000 familias que se presentaron al casting con "el objetivo mayoritario de reforzar los lazos familiares", según comentó Nuria Roca, tendrán que enfrentarse a unas formas de vida muy alejadas de las occidentales y que no siempre serán de su agrado.

Por primera vez en el programa, las tres familias se verán las caras antes de iniciar su particular periplo por el mundo, y serán conscientes en todo momento de que no sólo ellos luchan por conseguir la aceptación de la tribu para optar al premio de 150.000 euros, que se repartirán entre las familias aceptadas. Además, en esta segunda edición serán 30, y no 21, los días que las familias tendrán que convivir con las tribus. Una estancia mucho más larga que se verá reflejada en el cansancio físico y el agotamiento psicológico de la mayor parte de los participantes. Para conseguir el premio del programa tendrán que luchar por ser aceptadas por un consejo tribal que, semana tras semana, hará balance de su evolución en el entorno de la tribu.