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IMPUESTO A LA BANCA | Laboratorio de ideas | BREAKINGVIEWS Reuters

No tan doloroso

A Wall Street no le hará gracia la perspectiva de verse obligado a asumir el déficit del Programa de Ayuda para Activos con Problemas. Buena parte de los 90.000 millones de dólares, o más, que el presidente Barack Obama quiere sacarles a los bancos se empleará en cubrir lo que la Administración pública estadounidense ha perdido con Chrysler y General Motors. Pero el gravamen propuesto para los bancos podría haber sido mucho más punitivo.

Aun así, el impuesto hará daño. Bank of America, JPMorgan,

Citigroup, Goldman Sachs y Morgan Stanley pagarán cada uno al menos 10.000 millones de dólares. Pero el hecho de que el impuesto se distribuya a lo largo de 10 años minimiza el dolor.

En teoría, el nuevo impuesto -que gravará los activos menos los depósitos asegurados y el capital- podría animar a los bancos a depender menos del dinero a corto plazo y más de los depósitos estables. Pero sólo equivale a 15 puntos básicos al año, lo cual no parece suficientemente severo como para arreglar nada. Eso se debe en parte a que las opciones son limitadas: Bank of America, JPMorgan y Wells Fargo no pueden aumentar sus depósitos mediante la compra de más bancos comerciales porque ya poseen en torno al 10% de la base de depósitos estadounidense, el máximo permitido. Y Goldman Sachs y Morgan Stanley no quieren acumular demasiados depósitos porque no se les permite usarlos para financiar la mayoría de sus actividades de banca de inversión.

Naturalmente, el impuesto podría animar a las empresas de Wall Street a reducir sus operaciones, porque el aumento del coste de financiación las haría menos rentables. Pero también podría animar a asumir más riesgos a unos bancos que intentan compensar la reducción de ingresos. Por otra parte, los bancos comerciales se sentirán tentados a compensar el impuesto cobrando a los clientes más por acceder a los servicios. O a evitarlo, reduciendo buena parte de su endeudamiento y, por consiguiente, prestando menos. Ninguno de estos resultados agradaría a Washington.

Obligar a los bancos a pagar el impuesto en sólo dos años debilitaría excesivamente sus beneficios y paralizaría el sector y la economía. Pero repartirlo a lo largo de 10 años no provocará demasiados cambios en sus modelos empresariales. -

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