_
_
_
_
Crítica:Ópera
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Casi redonda

La producción del teatro Wielki para Madama Butterfly (1999) resultó nueva por el clima opresivo que impregnó el minimalismo de los decorados: la muerte está presente siempre, a veces con la ayuda de una figura dramáticamente descoyuntada, otras con el negro absoluto de los fondos, otras con el rojo de la sangre. Se huyó esta vez del ya conocido juego de sombrillitas, abanicos y flores japonesas. Lo oriental se traza aquí buscando estilizadas líneas iconográficas, y recreándose a menudo en imágenes inmóviles en las que también participan los protagonistas. Mientras, tres bailarines/figurantes (que no aparecen en el libreto y cuya inclusión es responsabilidad de Mariusz Trelinski), establecen un puente entre la historia narrada y la escenografía. A veces, con magníficos resultados. Otras, no tanto. Pero, en cualquier caso, lo nuevo no se contemplaba aquí como un capricho para mayor gloria del director escénico, sino que funcionó -casi siempre bien- al servicio de la música, a la vez que se evitaban concepciones plásticas repetidas hasta la náusea.

MADAMA BUTTERFLY

De Puccini. Director musical: Lorin Maazel. Director de escena. Mariusz Trelinski. Solistas: Oksana Dyka, Misha Didyk, Marianna Pizzolato, Gevorg Hakobyan y Emilio Sánchez, entre otros. Coro y Orquesta de la Comunidad Valenciana. Producción del Teatro Wielki de Varsovia. Palau de les Arts. Valencia, 9 de diciembre de 2009.

En el papel protagonista, Oksana Dyka consiguió llegar sin merma de la voz hasta la última escena, algo muy difícil en un rol tan largo. Exhibió asimismo un bonito color y logros considerables en la vertiente dramática del personaje. La faceta lírica, con sus correspondientes sutilezas expresivas, tendrá tiempo, sin duda, para enriquecerla: es joven. Sólo se vio algo apurada en las larguísimas y onduladas líneas melódicas de Un bel dì. En cuanto a la réplica que esta Cio-cio-san recibió de su correspondiente Pinkerton, baste decir que no estuvo a la altura. Porque -entre otras cosas- lo último que puede hacerse con Puccini es gritar.

Marianna Pizzolato (Suzuki), Gevorg Hakobyan (Sharpless) y Emilio Sánchez (Goro) gustaron, tanto por la calidad del instrumento como en el aspecto interpretativo. También los comprimarios. La orquesta (con su Maazel, de nuevo, al frente) se mostró algo insegura al principio, pero recuperó el delicioso terciopelo, la manera de decir y el ajuste a partir de Viene la sera. Hasta el final.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_