Rincón de paz en la estación

Mientras Joaquín Calderón ataca con su clarinete el homenaje al húngaro Béla Bartók compuesto por su compatriota Béla Kovak, de fondo suena el ding-dong-ding que anuncia la próxima salida de trenes con destino a... Y cuando Diana Rodríguez imprime delicadeza a la bella Balada número 3 de Johannes Brahms las notas se abren paso con suavidad entre los pitidos de la Policía Local que regula el tráfico en la calle de Xàtiva. Son los gajes de introducir la música clásica a las siete de la tarde en una bulliciosa estación de tren. Y es lo que ayer hicieron los músicos mencionados, integrantes de Petit Dúo, en la sala de los Mosaicos de la Estación del Norte de Valencia, en una iniciativa de Adif (ente gestor ferroviario) y la Fundación Barenboim-Said, institución que intenta promocionar los valores musicales ya que con la especialización profesional la música se ha ido alejando paulatinamente de la sociedad a lo largo del siglo XX.

Ayer, Calderón y Rodríguez intentaban, y conseguían, transmitir su música ante una treintena de espectadores, ajenos al vaivén de los viajeros, y ajenos estos a los requerimientos de las partituras. Mientras una mujer soltaba alguna lágrima ante la belleza de la balada de Brahms, tras el cristal varios viajeros corrían para no perder un tren. Y cuando ambos músicos acometían con fuerza el Allegro con fuoco una sonata de Francis Poulenc, un solitario viajero arrastraba con parsimonia su maleta por el vestíbulo de la estación.

La fundación, que toma su nombre del músico y director de orquesta israelí Daniel Barenboim y del sociólogo palestino Edward Said, fue constituida en verano de 2004 por la Junta de Andalucía, cuyo presidente, Manuel Chaves, propuso a ambos establecer la sede en Sevilla. Entre los proyectos de la institución, que también tiene sedes representativas en Berlín (Alemania) y en Ramala (Palestina), figuran la creación de la Orquesta West-Eastern Divan y la Academia de Estudios Orquestales.