Verdasco pierde una oportunidad única
El español se queda a un centímetro del triunfo ante un Federer menor
La misma pista que recibe a Fernando Verdasco con latidos de ansiedad sonando por la megafonía le dedica luego un silencio sorprendido, tan pasmado y tan atónito que hasta tapa sus verdaderos latidos. Así va el corazón del madrileño cuando ya ha pasado la hora de partido: revolucionado, sin pausa ni freno, como si supiera ya cuál es su destino. Es la primera jornada del Torneo de Maestros y 17.500 espectadores presencian cómo Verdasco tiene a Roger Federer, el número uno, camino del matadero: 4-6, 5-5 y 0-30. Se ha extinguido ya la lluvia de flashes con la que se abrió la noche. Huele a tremenda sorpresa, Verdasco a dos puntos de sacar por el partido, y entonces se escucha un grito: "C'mmon!". Es Federer que rabia en público. Es Federer que siembra para recoger errores de su acelerado enemigo. Es Federer que gana ese juego (4-6, 6-5) y se procura dos bolas de break, las primeras que tiene desde que ha salido. Con ellas se marcha el juego, el segundo set y algo más que el partido (4-6, 7-5 y 6-1 para el suizo). Verdasco pareció al final un tenista herido. Fue el resumen de su curso: capaz de comerle sets a dentelladas a los mejores, todavía no se ha consolidado como una verdadera alternativa.
"Era un partido crucial para mí. Al alargarse, crecía mi fe en la victoria", dijo el suizo
"El primer juego se fue tan rápido que no sé si siquiera puedo analizarlo", dijo el suizo sobre el break concedido de entrada. "Tuve problemas en el primer set para poner la pelota en juego, para restar, porque Fernando estaba mezclando bien el juego, siendo agresivo en ocasiones, esperando en otras", continuó. "No tiene que probar que puede ganar a los mejores. Está haciendo un buen trabajo: sólo en el segundo set pude encontrar la distancia de mis tiros, y sólo entonces sentí que tenía oportunidades. Éste es un partido crucial para mí. Sabía una cosa: cuanto más se alargara el partido, más crecería mi fe en la victoria y más disminuiría la suya". Crucial dijo Federer, que nunca había perdido una manga contra el madrileño. Doloroso, podría añadir Verdasco. Tras el segundo set, se marchó al vestuario para buscar una pausa. Lo que se encontró, sin embargo, fue un castigo, un correctivo excesivo para su justamente ganado orgullo: 6-1.
Durante 40 minutos, Verdasco, dolorido en las rodillas, sólo debió preocuparse de sí mismo. Esa situación, Federer desaparecido, sin tensión, abandonado por su mejor arma, el saque, y con un número monstruoso de errores no forzados (15), le descubrió con el primer set ganado. El mérito del madrileño estuvo en crecer con el partido. Cuando Federer reencontró algo de su juego, Verdasco mantuvo su brillo: derecha punzante, explotación máxima de la zurda del suizo (12 errores no forzados) y un revés sólido. Aun así, Federer tiene muchas razones para sentirse aliviado. Su capacidad competitiva está sobradamente probada. Más dura es la tarea de Verdasco: convencerse de que aún mantiene todas las opciones para estar en semifinales. "He perdido contra el número uno. Eso no es una tragedia", reflexionó el español. Mañana le espera Juan Martín del Potro.
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