_
_
_
_
Reportaje:VAMOS A... EL LUBERON

Luberon, donde Petrarca enloqueció de amor

Este rincón del sur de Francia inspiró a Camus y a René Char. Y fue refugio de Sade y Beckett. Cinco apuntes provenzales

Use Lahoz

En época de confusión de valores y turismo impulsivo, a menudo es ventajoso apostar por lo seguro. Así, la luminosidad de la Provenza francesa aflora como un enigma que apetece descifrar. Ideal para rutas temáticas, faro para viajeros gastronómicos, eterno refugio de intelectuales y ejemplo de conservación de patrimonio en el que vale la pena ejercitarse.

Es el momento de escaparse unos días, subirse al coche, bordear, saborear y perderse en el entorno del macizo de Luberon, a medio camino entre los Alpes y el Mediterráneo. Una comarca montañosa, de horizontes radiantes, que tiene el aroma y el color de la lavanda y que pone en relieve tesoros de una Provenza al alcance de todos.

Más información
Las luces de Lourmarin
Palacios y tabernas que amaron los artistas
Picasso sin fin

01 L'ISLE SUR LA SORGUE

No se tarda nada en descubrir que esta localidad vio nacer al poeta René Char (1907-1988). Hoy, su casa también es museo de arte contemporáneo. Uno de los pisos expone manuscritos, mesa de trabajo, audiovisuales y documentación. Aunque la inspiración esté pasada de moda y René Char empezara siendo surrealista, es una casa que invita a las musas. Desde aquí inició su intenso periplo por la vida y una producción literaria personal, comprometida con la dignidad del hombre. Durante la ocupación alemana se unió a la Resistencia. En la guerra aprendió "a amar ferozmente" a sus semejantes, para después recluirse en un mundo poético propio, de delicada imaginería, carismático y sensual.

Tintoreros y poesía

Se dice que el poeta gustaba de tener el Mont Ventoux en su punto de mira, como si para corregir tuviera que medirse con un macizo más grande que él. Puede que aquí escribiera los versos de El refugio maltratado: "Siempre me ha gustado la proximidad, sobre un camino de tierra, de un hilillo de agua caída del cielo que viene y va persiguiéndose a sí mismo, y la tierna torpeza de la hierba mediana a la que una carga de piedras detiene,igual que un revés oscuro pone fin al pensamiento".

L'Isle-sur-la-Sorgue flota rodeada de un agua que habla de un pasado de tintoreros y curtidores. Hoy, canales y bistrots hacen que sea carne para turistas que juegan a confundirla con Venecia y llaman a sus góndolas noie chiens (ahoga perros). También es el paraíso de los anticuarios, para todos los gustos y en todas las calles. Hay arte contemporáneo en Espace Libre Ounouh (Rue Carnot, 51). Los fans de la moda vintage no descartarán la entrada en Troc'Styl (Rue Molière, 1). Tampoco conviene perderse la terraza de Le Café de France (plaza de la Liberté), que pone un toque bohemio frente a la fachada de la colegiata de Notre Dame des Anges.

Aquí veranean dos de los cantantes más codiciados de Francia, Renaud y Patrick Bruel. No es probable que vayan a tocar un rock and roll a la plaza del pueblo, pero los fetichistas pueden preparar la cámara.

02 FONTAINE DE VAUCLUSE

Pasiones platónicas

Siguiendo la D 25, bordeando la rivière (el río Sorgue), contando viejos molinos como elementos esenciales de la Provenza, llegamos a Fontaine de Vaucluse: pequeño pueblo de un refinamiento extremo en el que nadie se libra de pagar parking (tres euros, sin límite horario). Uno llega a Fontaine de Vaucluse y la razón se hace líquida. Le avala una ubicación extraordinaria. Un valle en el que se escucha el eco del agua por todas partes. Suscita emociones y logra implicar y mojar al viajero. Un lugar que gestiona de tal modo sus recursos naturales que no sorprende que su transparencia haya atraído a poetas, desde Bocaccio hasta René Char. Pero el que mayor fascinación sintió fue Francesco Petrarca (1304-1374). El gran poeta italiano, autor de Il canzionere, se instaló en Fontaine de Vaucluse entre 1337 y 1353. Estaba loco por Laura de Noves, a quien vio por primera vez en Avignon el 6 de abril de 1327. Petrarca era de los constantes (era italiano). Le escribió 366 poemas de gran pasión platónica. Muchos concebidos aquí, en la rive gauche de la Sorgue, lo que no es extraño, pues será difícil hallar lugar más bucólico. Pero ni aun así bastó para que fuera un amor correspondido. Laura no era presa fácil. Queda claro en este soneto: "Mi loco afán está tan extraviado, / de seguir a la que huye tan resuelta, / y de lazos de amor ligera y suelta, / vuela ante mi correr desalentado...". Si Petrarca levantara la cabeza y descorriera las cortinas, vería turistas con sandalias y calcetines y puede que escribiera: "Qué difícil, señora, concentrarse...". Y es que, por momentos, el locus amoenus se hace Gran Vía en hora punta.

El Museo Petrarca incluye una colección de arte moderno en la que destacan litografías de Braque y dibujos de Giacometti, Picasso, Vieira da Silva o Joan Miró. Se pretende vincular las líneas estéticas y sentimentales de Petrarca y René Char y perpetuar la relación entre literatura y pintura.

Pero en Fontaine de Vaucluse la protagonista es la fuente que da nombre al pueblo, la más caudalosa de Francia, a la que se llega siguiendo la pista del río hasta dar con una impresionante barrera rocosa. Un enclave de culto que conquista a la multitud: 630 millones de metros cúbicos de caudal medio por año. Más de uno imagina los desbordes que suelen llegar en otoño y primavera, un escalofrío le hace guardar la cámara y poner rumbo al antiguo molino de papel (www.vallis-clausa.com), antes de despedirse empapado de calma.

03 GORDES

Para llegar a Gordes se recomienda tomar la Route Turistique, porque se trata de una carretera secundaria que atraviesa un espléndido paisaje provenzal. Viñas, encinas, robles, olivos y cantos de cigarras dotan de resonancia y coloración las virtudes del Luberon.

El café La Renaissance

Una señal indica que llegamos a un pueblo clasificado entre los más bellos de Francia. Gordes es un encanto, pero es más encanto todavía si se visita fuera de temporada. Quien vaya un día festivo constatará esta afirmación. En cualquier caso, es uno de esos lugares que vinculan lo vivido con lo imaginado. Su riqueza patrimonial y la presencia de artistas como Chagall, Vasarély o Willy Ronis han contribuido a dar un renombre internacional a este prodigioso rincón de la Provenza.

El castillo de Gordes (del siglo XI) da personalidad a un centro histórico que interactúa con el viajero calle arriba y calle abajo. Desde 1997 acoge la obra del pintor belga Pol Mara.

Si hay algo que no puede descuidarse en Gordes bajo ningún pretexto es el café La Renaissance. Un bar chapado a la antigua, también llamado cercle republicain, con mesa de billar y terraza impagable. Este mirador asoma al viajero a unas perspectivas y juegos de luz infinitos, a las casas suspendidas y enmarañadas entre la vegetación de un pueblo alzado sobre la extremidad de la meseta de Vaucluse, dominando el valle de Cavalon frente al Luberon. Es el espacio ideal para comprobar cómo resplandece la piedra con la que está construida Gordes cuando el sol se encapricha con ella.

Pero quizá lo más espectacular de Gordes lo encontramos en sus alrededores. Porque a cuatro kilómetros, dirección Venasque, espera la abadía de Sénanque. Construcción cisterciense del siglo XII, austera, emplazada en un lugar imposible, que sorprende y serena al mismo tiempo. Vale la pena visitarla y meditar en su refectorio, sala capitular, claustro e iglesia. ¿Pero esto no lo habíamos visto antes? Por supuesto, estamos ante la portada de todas las guías de Provenza y la postal estrella. Y es que a los pies de la abadía se despliega un campo de lavanda de lo más espectacular. Es hora de entretenerse con la cámara sin vergüenza, claro que sí, pues no es fácil encontrar un lugar donde confluyan de modo tan perfecto lo natural y lo espiritual.

04 LACOSTE Y BONNIEUX

Para dejar atrás iglesias, monjas y meditaciones, nada como recordar al marqués de Sade. Un hombre que no estaba falto de pericia. En 1774, cuando sus textos sembraban el pánico en las altas esferas de París y la sombra de una amenaza de muerte se cernía sobre él, escogió esconderse para ponerse a salvo de sus difamadores. ¿Adónde fue? A Lacoste, otro pueblo encaramado en una montaña, otra joya del Petit Luberon cuyo castillo era propiedad del abuelo del marqués. En él se encerró y no lo encontraron. Una escultura de Louis Malachier muestra hoy la cabeza del divino marqués entre rejas, con los brazos por fuera de la jaula, para recordar a este enemigo de las buenas costumbres.

El secreto de Ridley Scott y el marqués de Sade

Lacoste se sitúa en el corazón del parque natural regional del Luberon. La Rue Caladée busca al castillo dejando atrás portales y fachadas medievales. La Rue du Tour hace lo propio con la Place de la Mairie, hasta que aparece el café de France, ideal para un descanso.

Lacoste es un pueblo tan sensual que no sorprende que el castillo hoy día pertenezca a Pierre Cardin, ilustre veraneante. Desde allí se tienen las mejores vistas del Mont Ventoux y otros tesoros cercanos como Bonnieux, también fortín del star system. Ridley Scott diría que es un paisaje de cine. Aquí y en Gordes encontró localizaciones para su película Un buen año (2006), historia de amor entre viñedos protagonizada por Russell Crown, basada en el best-seller de Meter Mayle Un año en Provenza. El silencio, el sol, la piedra y el bosque de cedros que lo rodea consiguen que sea complicado encontrar mejor opción que Lacoste para recibir una herencia y entregarse de una vez por todas a la vie de château. Ni una sola construcción de más. Ni un desliz arquitectónico pone en tela de juicio una homogeneidad estética envidiable. No habrá viajero que no se vaya pensando en volver.

05 ROUSSILLON

A medida que el visitante se acerca a Roussillon va percibiendo una gama de ocres que se ponen de acuerdo para crear un conjunto que capta su curiosidad. Es el color de sus edificios y de sus montañas. Todos los matices del amarillo al rojo se expanden aquí esmaltando el atardecer.

Cóctel de ocres para Samuel Beckett

El mayor atractivo de Roussillon es su Sentier des Ocres, un recorrido por un terreno muy bien conservado. Hay que reconocer el poder de seducción que ejerce la arenisca rojiza de las colinas combinada con el verde de los pinos. Tanta autenticidad le lleva a colocarse entre los pueblos más visitados. Roussillon no renuncia a la coquetería, se impregna de reflejos y constituye un cóctel de ocres irresistible para viajeros de todas las edades.

Es probable que usted ya haya oído hablar de Roussillon. Haga memoria, un poco de ejercicio mnemotécnico y voilà: en una escena de Esperando a Godot, de Samuel Beckett, Vladimir dice a Estragón: "Hemos estado juntos en Vaucluse, pondría mi mano en el fuego. Estuvimos vendimiando en casa de un tal Bonnelly, en Roussillon". Y es que en Roussillon, durante la II Guerra Mundial, se refugió Beckett. El premio Nobel irlandés huyó de la Gestapo en 1945. La estancia en Roussillon le marcó y le proporcionó salud e inspiración.

A las ocho de la tarde, cuando el sol se desangra, estamos en el lugar y el momento adecuados para recordar unos versos de El semblante nupcial, de René Char, libres, minuciosos, pegados a la tierra: "En el ayer, la mica del duelo sobre tu rostro. Vidrio inextinguible: mi respiración alcanzaba ya la amistad de tu herida, armaba tu realeza inaparente, y de los labios de la niebla descendió nuestro placer de un umbral de dunas, y de un techo de bronce". ¿Alguien afina más?

» Use Lahoz es autor de la novela Los Baldrich (Alfaguara).

Más información en la Guía de Francia

GUÍA

Cómo ir

» La cordillera montañosa del Luberon se encuentra al sur de Francia, al este de Aviñón. La distancia desde esta ciudad hasta Gordes es de unos 50 kilómetros en coche.

Visitas

» Maison René Char (www.maison-renechar.fr). 20, Rue du Docteur Tallet. L'Isle sur laSorgue. Martes a domingo, de 10.00 a 13.00 y de 14.00 a 17.30. Entrada, 6,30 euros.

» Museo-Biblioteca Petrarca (00 33 490 20 37 20). Rive Gauche de la Sorgue. Fontaine de Vaucluse. Precio de entrada, 3,50 euros.

» Abadía de Sénanque (www.senanque.fr). Cerca de Gordes. Hasta finales de enero sólo abre por las tardes (de 14.50 a 16.20). Precio de entrada, 7 euros.

Información

» Región de Luberon (www.luberon-en-provence.com).

» Información turística de L'Isle sur la Sorgue y de Fontaine de Vaucluse en www.oti-delasorgue.fr.

» Turismo de Gordes (www.gordes-village.com; 00 33 490 72 02 75).

» Turismo de Lacoste (00 33 490 06 11 36).

» Turismo de Roussillon (www.roussillon-provence.com; 00 33 490 05 60 25).

» Parque natural regional del Luberon (00 33 490 04 42 00; www.parcduluberon.fr).

» Turismo de Francia en España (www.franceguide.com; 807 11 71 81).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Use Lahoz
Es autor de las novelas 'Los Baldrich', 'La estación perdida', 'Los buenos amigos' o 'Jauja' y del libro de viajes 'París'. Su obra narrativa ha obtenido varios premios. Es profesor en la Universidad Sciences Po de París. Como periodista fue Premio Pica d´Estat 2011. Colabora en El Ojo Crítico de RNE y en EL PAÍS. 'Verso suelto' es su última novela

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_