El librero que surgió del frío

El pueblo vallisoletano de Urueña, con apenas 200 habitantes, ya tiene 11 librerías. La Diputación Provincial de Valladolid, con vistas a promocionar el lugar como villa del libro, proporcionó locales y medios a quien quisiera abrir aquí una editorial, un taller de restauración de libros o una librería. Sin embargo, cuando Jesús Martínez, el primer librero asentado en la población, llegó a Urueña, éste era el pueblo más pequeño de España con librería. Era el año 1993 y había fines de semana en los que Jesús no tenía ningún cliente. Hoy, gracias a Internet y a la promoción turística, el librero gestiona una de las librerías españolas con el fondo editorial más importante... en lo que a etnografía, arquitectura popular, naturaleza y viajes se refiere. Es

Alcaraván.

La existencia de Urueña llegó a oídos de este peculiar librero por su relación con el compositor y escritor Joaquín Díaz. "Él ya vivía aquí y un día, hablando, me convenció de abrir una librería", asegura Martínez. El negocio nació como el proyecto de la sociedad Iniciativas de Urueña, una empresa montada por un grupo de amigos, "varios de ellos escritores", cuyo objetivo era promocionar turísticamente el lugar. "Aportamos un millón y medio de las antiguas pesetas cada uno de los ocho socios" y, al final, salvo la edición de algún libro sobre el pueblo, la librería fue el único proyecto puesto en marcha.

Entonces pensaban que 15.000 personas al año podrían interesarse por la etnografía, las tradiciones... Eran los clientes potenciales que podían visitar Urueña. Pero llegó el frío invierno y los fines de semana no cubrieron las expectativas. "El principio fue duro, pero había que aguantar", recuerda el librero. "Con el tiempo descubres que hay meses muy malos y que, luego, recuperas en la temporada alta. Hay incertidumbre, pero compensa. Pues hago lo que quiero y estoy donde quiero", presume.

Se las ha tenido que ingeniar para captar clientes y darse a conocer. Primero fue un catálogo en papel, cuyos "costes eran carísimos". De pronto, hace cinco años, "descubrí Internet y ya voy por la tercera versión de la página. La primera me la hizo un conocido. Era un mero listado de obras. Si alguien quería un libro, tenía que escribir una carta o llamarme por teléfono". La segunda versión traía carrito de la compra e imágenes, "incluso podía tener acceso directo a la página para modificarla". Pero algo seguía fallando, así que contactó con una empresa especializada en desarrollar páginas web para librerías y las ventas fueron aumentando año tras año.

Con unos 4.000 volúmenes a la venta, "más otros 2.000 que no puedo exhibir por falta de espacio", el librero de Urueña no tuvo más remedio que buscar una nueva ubicación para su negocio. "Ahora dispongo del doble de espacio, aunque me hubiera gustado que fuera aún más grande para poder hacer presentaciones de libros, exposición de obra gráfica...".

Para estar al tanto de las novedades literarias, Jesús Martínez, al que sólo visita el representante de una editorial, tiene que desplazarse a Madrid y Valladolid, y a esa incomodidad le ha sabido encontrar una ventaja: "Como conocen mi caso, me dejan entrar en el almacén y allí busco y rebusco, y la verdad es que disfruto un montón", asegura.