Burguesía y proletariado
Bueno, hola. Una rápida reintroducción -rápida porque no tengo mucho espacio y re porque puede que me recuerden y puede que no-. Me pasé la última temporada digiriendo la NBA y regurgitando mis pensamientos para mis fieles lectores españoles y se me ha pedido que lo vuelva a hacer. Apunto que ustedes son españoles (lo asumo) porque yo no lo soy. Estoy escribiendo desde Estados Unidos, ese país que todos ustedes solían odiar (cuando Bush era nuestro presidente) y que ahora sólo odian la mayoría de ustedes (porque Bush no es nuestro presidente, pero seguimos siendo molestos).
Después de saber que volvería a trabajar para EL PAÍS, me he dado prisa en ir a casa desde Wichita, KS (no hay ninguna razón para que vayan allí nunca), para escribir unos pocos pensamientos sobre este año de la NBA.
La temporada ha llegado hasta mí de puntillas. Como recordarán los lectores que estén de vuelta en mi columna, he jugado unos pocos partidos profesionales de baloncesto en mi vida, los más recientes para el Unicaja, en España, pero también tengo otros intereses. Escribí un libro, por ejemplo.
Según me he ido haciendo mayor, mis lazos con el juego se han hecho más y más deshilachados. En consecuencia, no tenía ni idea de que la temporada regular estaba esperando como un desconocido pernicioso en un callejón oscuro. O, si ustedes están menos hastiados que yo, como un amable señor mayor esperando a darnos un caramelo. Uno del tipo normal, no del tipo que se sacan los que molestan a los niños.
Aunque la temporada de la NBA ha saltado sobre mí más rápido de lo que habría querido, he tenido tiempo para formular una tesis que la describa. La tesis: esta temporada será muy larga. Un momento, ésa es mi tesis para cada temporada. Déjenme intentarlo de nuevo: este año de NBA, más que cualquier otro en mi memoria, nebulosa, lo admito, tratará sobre lo que se tiene y no se tiene. O, si están ustedes más metidos en las comparaciones historico-sociales, tratará de la burguesía y el proletariado.
Uno de los burgueses (Lakers, Celtics, Magic y Cavaliers) probablemente ganará. Uno de los proletarios, cualquier otro, probablemente no (descartando el Armagedón, un ataque terrorista o una lesión importante y/o un traspaso). Durante ese camino, estaré aquí para distraerles de esa agreste realidad. Mientras uno de esos cerdos capitalistas marche hacia el título, yo representaré el papel de un periodista esperanzado mientras todos nosotros alentamos una revolución*. Probablemente no ocurra, pero daré lo mejor de mí mismo para hacerlo lo menos doloroso posible.
* Con la excepción de los seguidores de Pau Gasol, quienes, por supuesto, esperan que nadie moleste al equilibrio del poder nacional. ¿O es el poder de los leales? Los norteamericanos nunca podemos entender esa latosa Guerra Civil española.
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