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Reportaje:

El retorno de B. B.

Una exposición celebra el 75º cumpleaños de Brigitte Bardot, con Marilyn y Ladi Di la mujer más retratada del mundo

Antonio Jiménez Barca

Nació en París en 1934, en un barrio rico. Su padre, monsieur Bardot, tenía una fábrica de bombonas de oxígeno. Fue una estudiante aceptable, hizo ballet, solfeo y dibujo y a los 14 años salió por primera vez de niña guapa en la portada de una revista ñoña, Jardín de Modas. Dos años más tarde, en 1950, conoció a un joven asistente de cine, Roger Vadim, y la negativa de su padre al matrimonio fue la causa de su primer intento de suicidio.

En 1956, ese mismo asistente, ya director de cine y en marido, rodó Y Dios creó a la mujer y la explosiva escena en que Brigitte Bardot, ya B. B., bailaba ese tango salvaje e incendiario que la convirtió en el mito erótico de la época. Ese mismo mito celebra este mes sus 75 años con una gigantesca exposición en Bolougne-Billancourt, en las afueras de París, y la masiva afluencia del público atestigua que la vieja fascinación por su belleza aún pervive.

El vaticano la declaró en 1958 "la encarnación misma del pecado"

La Brigitte Bardot de verdad vive casi recluida en su casa de Saint-Tropez, con sus dolores de cadera, su bastón, su casa-refugio, donde viven más de 1.000 animales abandonados, y sus, de vez en cuando, comentarios racistas y xenófobos por los que más de una vez ha sido denunciada.

La Bardot del cine y del recuerdo, la que en 1958 fue considerada oficialmente por el Vaticano "la encarnación misma del pecado", revive en la exposición y en el millar de fotografías que reúne. Junto con Marilyn Monroe y Lady Di fue la mujer más retratada del mundo. En 1973, harta de esa persecución, según asegura, dejó el cine y se dedicó en exclusiva a salvar animales heridos. Lo explicó en una frase: "Di mi belleza y mi juventud a los hombres. Ahora daré mi sabiduría y experiencia a los animales".

La exposición recorre todas las facetas de su vida: el cine, sus películas buenas, malas y muy malas, sus muchos amantes, sus cientos de anuncios publicitarios... Hay muchísimas fotos buenas, pero hay varias memorables: en una, en 1958, en Cannes, un joven ministro llamado François Miterrand le mira el trasero de forma hipnótica mientras la joven rubia le ignora completamente. En otra, en Almería, en el rodaje de un spaghetti-western, en una carretera de mala muerte aparecen tres Mercedes parados y una B. B. agachada para dar de comer a un perro vagabundo al que alimentaba cada día camino del rodaje.

La muestra se titula Los años despreocupados y es obra de un mitómano y de un admirador sin reservas del personaje: Henry Jean Servat, que asegura que Bardot "sacudió los conformistas años cincuenta" y encarnó la época de "la llegada de la juventud, de la energía de la sexualidad, inspirando a la vez la furia del deseo y la rabia de los virtuosos". Servat, con la ayuda de la propia protagonista, ha reunido, además de las mejores fotos y los vídeos de sus películas, sus trajes, una cama como la que usó en la infancia, la Harley a la que le dedicó una canción y su guitarra de niña.

Es un intento de resumir la vida entera (y sobre todo los años de gloria) de la mujer a la que De Gaulle, en 1968, propuso como modelo de la alegórica Marianne, símbolo de la República Francesa, en los bustos que adornan los ayuntamientos franceses y que también sirvió de inspiración para la famosa canción erótica Je t'aime; mois non plus, compuesta por uno de sus amantes, Serge Gainsbourg.

Como dijo el escritor Jean Cocteau: "Posee algo desconocido que atrae a los idólatras en un tiempo sin dioses".

Una de las imágenes de Brigitte Bardot de la exposición.
Una de las imágenes de Brigitte Bardot de la exposición.EFE

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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