La muerte de un gran poeta: Diego Jesús Jiménez
El pasado domingo falleció, en su domicilio de Madrid, el poeta Diego Jesús Jiménez, a los 66 años. Madrileño de nacimiento, su infancia y adolescencia se desarrollaron en Priego (Cuenca), escenarios y paisajes que siempre han estado presentes en su obra. Diego Jesús Jiménez obtuvo en 1964 el Premio Adonais con La ciudad, fue premio Nacional de Poesía en dos ocasiones, con Coro de ánimas en 1968 y con Itinerario para náufragos en 1996, libro este último al que, además, le fue otorgado el Premio de la Crítica de ese año y previamente el Gil de Biedma.
En 1978, en plena transición política, publicó uno de los textos no por poco conocido menos perturbador de aquella etapa, Fiesta en la oscuridad. Con Bajorrelieve fue premio Hispanoamericano Juan Ramón Jiménez en 1990, que forma parte de la mayoría de las antologías de su generación, y a principios de la década actual se publicó Iluminación de los sentidos, una selección de su obra que tuve el honor de prologar.
Con los menos favorecidos
Pero lo que creo imprescindible destacar en este momento tan doloroso es su aportación a la poesía española contemporánea. Perteneciente, como Ullán, como Gimferrer o como Manuel Vázquez Montalbán, Guillermo Carnero o Antonio Hernández, a la llamada generación del 68, su poesía se movió entre la obsesión por un lenguaje innovador, rupturista, fronterizo con lo visionario, y la preocupación por las grandes incertidumbres del hombre contemporáneo, especialmente las que afectan a los sectores menos favorecidos de la sociedad.
La naturaleza, la vida y la muerte, el amor, la memoria (especialmente, la de la infancia y de la adolescencia) y la reflexión sobre el proceso creador, sobre el origen del arte y sobre los vínculos de éste con las grandes contradicciones sociales forman parte de un modo de contemplar y entender el mundo no ajeno a una visión de la literatura abierta y no condicionada por factores ajenos al amor a la propia obra.
Diego Jesús Jiménez, junto al legado de una vida caracterizada por el compromiso (en el movimiento vecinal, en el PCE, de cuya comisión de cultura formó parte en la Transición, en la vida cultural de diversas universidades, en Priego), nos deja una obra poética breve, intensa, sentimentalmente poderosa y con una enorme capacidad de sugerencia, de invitaciones a la reflexión.
Seis libros y tres plaquettes en 45 años dan buena muestra de una labor exigente y rigurosa, ajena a corrientes y estéticas predeterminadas: una de las más profundas e inquietantes de su generación. Hasta tal punto ha sido así que desde su último libro, Itinerario para náufragos, han pasado 13 años. Por fortuna, nos deja un puñado de poemas inéditos que, estoy seguro, conformarán un libro de gran calado, de una carga perturbadora y emotiva. Descanse en paz. Su poesía nos acompañará siempre: "No sabes ya si vives, / o si sueñas o has muerto y no te has dado cuenta".
Manuel Rico es escritor.
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